miércoles, 21 de octubre de 2015

Vivir pobre y morir para algo

Maldita estupidez mi existencia. Utilidad tengo, pero tampoco la cosa es para tirar cohetes. Soy un triste tapón de plástico de una botella de agua. Y para colmo, de las pequeñas, de 40 cl. Porque ya puestos, podría ser una botella grande, pero no, me tocó acompañar a esta enana.

Al menos tendré un final glorioso; no, glorioso no es la palabra, voy a dejarlo en satisfactorio. Estaré destinado a participar en un proyecto para ayudar a una niña con una de esas enfermedades raras. Lástima que mi aporte vaya a ser tan pequeño, ya que peso 2 gramos y hacemos falta un total de 500.000 tapones para llegar a una tonelada y que se puedan sacar apenas 200 euros para ayudar a esa criatura.

Muchos humanos criticáis estas acciones argumentando que es más un negocio que un asunto solidario. Opiniones e historias hay para todos los gustos, no seré yo quien entre a discutir ahora.

Pero si lo pensáis bien, además se hace una labor de reciclaje bastante importante, por lo que la acción tiene doble importancia. Si no os gusta la parte solidaria, al menos aceptadme esta segunda opción.

En fin, de momento aquí estoy, insulso, simple, banal, anodino. Una mota de polvo en un universo, si me lo permitís. Paso los días metido en una caja de cartón junto con otras 25 botellas y otros 25 tapones más. Somos todos iguales, al menos asi no hay envidias.

Llegará mi momento, o mejor dicho, nuestro momento. Y pasado ese momento iré a parar a otra caja de cartón más grande junto con varios cientos de tapones como yo. Y a partir de ahí, lo que os indicaba antes.

Bueno, no quiero aburriros más, sí deseo agradeceros vuestro valioso tiempo dedicado a este humilde y simplón tapón de botellas.

martes, 13 de octubre de 2015

Oníricos viajes nocturnos

No me da nunca los buenos días. No es que me moleste, al fin y al cabo soy un ser inerte y desidioso en cierta medida, pero no estaría de más que en alguna ocasión le de al chaval por dar la sorpresa, yo se lo agradecería a mi manera. Desde luego que si a alguien debería dirigirse en ese sentido es a mí, no va a ser al latoso y molesto despertador.

El joven es bastante haragán y siempre se le pegan las sábanas, mis fieles compañeras. Debo reconocer que estoy orgulloso de que siempre esté tan a gusto aquí, por la parte que me toca, quiero decir. Soy una cama amplia, vistosa, cómoda; menudos sueños le regalo al amigo cada noche...

Morfeo, dios griego de los sueños, y yo hacemos un trabajo excelente con este chico. Actuamos de manera conjunta, se podría decir. Él en el aspecto más abstracto y onírico y yo en otro más terrenal y tangible. Dicen que Zeus castigó en una ocasión a Morfeo por revelar secretos del Olimpo a los mortales a través de los sueños. Desde entonces anda más cauto pero siempre igual de efectivo, no es tarea sencilla la que tiene.

Cada noche, a eso de las 23.00 horas (más tarde si se pone a ver alguna película después de cenar), teletransportamos al joven al mundo de los sueños. Cada sesión es un viaje diferente con múltiples interpretaciones. En las últimas ocasiones se repite un sueño, él nadando en aguas turbulentas, y es que últimamente le veo muy extresado y emocionalmente perturbado. Me gustaría ayudarle pero no me es posible, y no poder hacer nada me angustia...

Podría decir, sin ruborizarme, que le regalo el mejor momento del día, el de acostarse. Aunque podría asociarme con el peor, que es el de levantarse. Espero y confío en que ese lo relacione más con el despertador. La verdad es que hay pocos momentos tan relajantes  e inigualables como el de meterse en la cama. El día queda atrás, y ya puede haber sido uno de los peores, que queda atrás seguro. Y comenzará otro completamente diferente. De alguna manera, al meternos en la cama activamos un interruptor para pasar de día, la página de un libro largo en el que se cuentan mil historias, la vida.

He de reconocer que tengo aprecio a este joven. Son ya siete años juntos y cada vez le tengo más estima. Tan solo puedo proporcionarle descanso, al menos eso lo hago lo mejor que sé. Debe estar 100% cada mañana para afrontar la nueva jornada con sus nuevos retos y decisiones. Si sigo con tanta energía positiva, seguro que "esos buenos días" que tanto ansío llegarán, tan solo hay que tener paciencia.

jueves, 1 de octubre de 2015

Déjenme tener mal día, tengo derecho

¿Sabían ustedes que las llaves fuimos inventadas por los egipcios hace 4000 años? Aunque ya saben que en esto de las invenciones antigüas siempre hay historiadores que las atribuyen a los chinos, y casi por defecto. Eso sí, el primer cerrojo hallado es un dispositivo egipcio hallado en las ruinas de Nínive, en la antigua Asiria.

Al principio solo eramos de madera y ya por el siglo X pasamos a ser metálicas. Todo evoluciona con el tiempo ¿no?

Y desde entonces nos hemos dedicado a esto de la seguridad, principalmente de viviendas, aunque servimos también para cajas fuertes y demás artilugios. Nunca se habrán parado a pensar que las llaves tenemos sentimientos y reflexionamos como ustedes. ¡De cuántas desgracias les habremos salvado!

Les confesaré una cosa, me siento poderosa. Tengo la autoridad de permitir o no el acceso al domicilio, la potestad de garantizar la seguridad de sus habitantes; con los tiempos que corren, me dirán que no es de agradecer... Y ustedes deben reconocer que sin nosotras sus vidas serían más complicadas, ¿verdad? Os véis muy poderosos y petulantes pero sin los objetos no valdríais nada. Y ahora me vendrán con que nosotros los objetos somos invenciones vuestras. No se lo voy a negar pero la existencia es mía y solo mía, "pienso, luego existo", que diría Descartes.

Estoy abocada a llevarme bien con mis compañeras, hermanas, amigas. En este llavero vivimos cinco: casa, portal, buzón, y garaje. Sí, falta una, pero es que no sirve para nada, nunca se usa y ni ella sabe realmente por qué está aquí. A veces siento lástima de ella, pero debo ser fuerte y preocuparme por mí, nunca se sabe cuándo nos van a jubilar o partir en dos. Y seguro que ella vivirá más que yo a fin de cuentas.

Lo que no soporto es el grado de austeridad y sobriedad que tiene nuestro dueño. He visto otros llaveros con un dado o una camiseta de fútbol de complemento. todo depende del grado de "frikismo" del portador. Pero en nuestro caso, nada. solo nosotras. Miren que no se ha molestado el tío ni en poner el que le regalaron en la inmobiliaria. Ni con esas. No llego a comprender cómo se puede ser tan cutre, mísero y soso.

Habrán notado que tengo bastante mal humor, pero creánme si les digo que solo es que tengo mal día. Estoy un poco apesadumbrado, abatido. Normalmente no tengo tan mala leche. Debo agradecerles que me hayan escuchado. Y por favor, recuerden siempre que sentimos, ¡métanos en la cerradura con cuidado!


martes, 29 de septiembre de 2015

Comprar, comprar y comprar de nuevo.

Y aquí estoy, a verlas venir. Venís, os sentáis, discutís (esta es la mejor parte) y os váis. Y así todo el día todos los días de mi vida. Como silla de oficina de unos grandes almacenes puedo asegurar que los seres humanos sois indecisos y titubeantes. No lo toméis a mal pero sois un poco pesaditos.

He de reconocer que no os lo ponen nada fácil. que si una es lo último en ergonomía, otra de piel natural, la de más allá es multifunción (como si hiciera falta algo más que soportar un culo)... etc. Ante tanta oferta no es sencilla la decisión pero está intrínseca en vosotros la inseguridad. Ya lo dijo el filósofo Cicerón: "hablo, pero no puedo afirmar nada, buscaré siempre, dudaré con frecuencia y desconfiaré de mí mismo".

Es incluso divertido observaros pasear por aquí, un ecosistema mercantilista y superficial. Diría que no os hace falta ni el 80% de las cosas que veo a mi alrededor, pero os empeñáis en venir y gastar. Creo que es algo que va en aumento conforme avanza la sociedad, y es que parece que nunca estáis contentos. El poeta alemán Berthold Auerbach mencionó hace dos siglos que "el que no está contento con lo que tiene tampoco estará contento con lo que anhela". Y no hay verdad más grande.

Yo soy algo así como la madre de todas; de todas las de mi modelo, quiero decir. Soy la silla de exposición y de mí depende el devenir de todas aquellas que aguardan en las grandes estanterías. Si yo gusto, su futuro está determinado a corto plazo. No es reponsabilidad pequeña.

Por otro lado, quisiera confesaros que tenemos una pequeña y sana guerra de sillas. En mi caso se podría decir que salgo victoriosa muchas veces; estoy en un punto medio, ni cara ni barata. Y estéticamente gusto bastante, aunque siempre está el típico gordo para el que no soy suficiente.

Tampoco quiero aburriros con mis batallitas pero consideré interesante comentaros estas cosas, solo para que lo tengáis presente. La próxima vez que vayáis a comprar una silla recordad esto que os decía, ¡ah! y decidiros por las de color azul, somos las más bonitas.

martes, 22 de septiembre de 2015

Viviendo de cerca una de las batallas más humillantes para Roma

El campo está sembrado de cuerpos mutilados, bañado de sangre, apestado de vergüenza, sediento de venganza y rabioso hasta lo más profundo de su ser. Este ha sido uno de los enfrentamientos más humillantes para la República de Roma. Tan solo puedo escuchar el sonido de los buitres arrancando los trozos de cuerpos de los cadáveres y los llantos agonizantes de aquellos que han tenido la mala fortuna de no tener una muerte tan rápida.

Nos situamos en Carras, al este de la actual Turquía, sopla el viento del año 53 a.C. La ambición y ansia de lograr una conquista histórica que aumentara el prestigio de Marco Licinio Craso en Roma ha llevado a la muerte a cerca de 20.000 legionarios y a teñir la República de un color sangre y sonrojo por tal degradante derrota.

A mi izquierda puedo vislumbrar varios cientos de muertos acribillados por un océano de flechas. Puedo reconocer en sus rostros los gestos de sorpresa y asombro ante tal inesperada muerte. Los partos oscurecieron el cielo con sus flechas y los scutum romanos no pudieron frenar la ofensiva a larga distancia. Esto ha sido un completo desastre.

A mi derecha se encuentra un soldado de unos 20 años postrado de rodillas con la cabeza frente al suelo. Tiene el cráneo abierto y parece que el brazo partido. Un reguero de sangre fluye por su cabeza manchando el casco Coolus, armadura y suelo. Su vida fue arrebatada por un parto al mando del general Surena. Quizás nunca llegó a imaginar que su cohorte quedaría reducida a la nada, como casi la totalidad del ejército dirigido por Craso.

He podido ver en los rostros de estos guerreros romanos todo el valor y tesón necesarios para vencer a los partos, pero la estrategia no ha sido la adecuada. Nos han vencido en todos los sentidos. Esto ha sido un error desde el comienzo.

Los jinetes auxiliares galos comandados por el hijo de Craso poco pudieron hacer contra los catafractos partos, quienes cargaron posteriormente contra varias unidades de legionarios provocando la destrucción que tengo a mi vista en estos momentos. El paisaje es desolador. Me siento impotente. Al fin y al cabo mi poder de decisión era poco menor que el de estos pobres humanos. Apenas los centuriones y los propios legados han tenido margen de acción en esta cruenta batalla. Gracias a un solo hombre, Roma ha sufrido unas de sus más humillantes derrotas hasta el momento. Y todo por su ansia de victoria para plantar cara a dos exitosos militares como Pompeyo y Julio César.

Política a parte, lo cierto es que esto ya no tiene marcha atrás. No sé qué será de mí, a dónde iré a parar, qué manos empuñarán este valiente gladius en el futuro. Les aseguro que hoy hice todo lo que estaba en mi mano, pero supongo que el destino estaba escrito y esto tenía que acabar así. Deseénme suerte porque seguro que ésta solo es una batalla más para mí.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

El paisaje más valorado

Se podría decir que miro, observo, visualizo, contemplo. No tengo ojos de milagro, pero como si los tuviera. Tengo la capacidad de poder mirar más allá de una vivienda y de servir de enlace entre el mundo exterior y el de dentro. De alguna manera, soy el guardián y protector de la casa, aquel que todo lo ve venir, el que vigila y salvaguarda a sus habitantes.

Se podría decir que las ventanas actuales descendemos de las antiguas vidrieras creadas en los primeros años del Imperio romano, descendientes a su vez de las primeras composiciones de vidrio desarrolladas por los fenicios. Ha pasado mucho tiempo desde entonces y hemos evolucionado todo lo rápido que el arte ha permitido.

Mi función es importante. Debo dejar pasar la luz del exterior para que estos humanos no vivan en la más completa oscuridad o deban tener la luz encendida constantemente. Y al mismo tiempo debo protegerles de las inclemencias del tiempo: viento, lluvia... etc. En ocasiones somos un elemento decorativo, pero esto ya es para los más sibaritas.

Las ventanas contamos con varios "compañeros de viaje", como son las cortinas  o las persianas. De la felicidad de todas las partes depende la buena convivencia del día a día y el buen clima. Yo concretamente no puedo quejarme y diría que mis camaradas son afables y correctos, no es que sean la alegría de la huerta precisamente, pero miren, casi hasta mejor.

Mi paisaje es precioso. Disfuto en cada amanecer de un amplio campo verde con su hayedo amigo al fondo y varios castaños mirando hacia el oeste. Pastan las vacas tudancas y frisonas y corre libre el border collie cada mañana, rey de la pradera por antonomasia. Esto es un auténtico regalo para la vista. ¿Cómo puedo ser infeliz de esta manera? Tan solo sufro, y poco, con alguna ocasional granizada, tormenta fugaz y efímera sin trascendencia alguna.

Esta paz no es comparable a nada. Me podrán hablar de mil cosas, pero esto es increíble. No sé cómo explicar la sensación de armonía, quietud y sosiego que corre por mis vidriosas venas en cada momento, es algo indescriptible, inenarrable. Y que dure muchos años.

lunes, 7 de septiembre de 2015

El extintor aguerrido y fiero

Soy uno de tantos en tantos sitios, quizás nada especial en el día a día; pero tengo la capacidad de salvar vidas, aunque sea de manera indirecta. Ser extintor en una plataforma de Contact Center no es que sea lo más apasionante del mundo, pero no me quejo, vean ustedes.

Es curioso lo inevitablemente inútil que puedo ser durante la totalidad de mi existencia, ¿no os parece? Aquí paso mis días, colgado de la pared en una esquina del pasillo. Los chicos que pasan por mi lado apenas se dan cuenta de que estoy aquí; venga, vale, ni saben que existo la mayoría de ellos. Tampoco les culpo, a decir verdad les entiendo.

La máquina de café me mira muchas veces con cierta sonrisa insultante. Tampoco me lo tomo a mal, supongo que yo en su lugar haría lo mismo. Ella es la protagonista del lugar y yo el patito feo. Recuerdo el día en el que la trajeron hace apenas tres meses y medio. Llegó acojonada, tímida y distante, con rostro sombrío. Pero con el tiempo "se ha venido arriba" y ya no hay quien la tosa, no seré yo quien lo haga.

Como os decía al principio, a pesar de esta mustia y afligida condena de vida que tengo, dispongo de la heroica capacidad de hacer algo que los demás no pueden, salvar vidas. Si aquí hubiese un incendio, Dios no lo quiera, yo serviría para apagarlo. ¿Quién se iba a acordar entonces de la maquinita de café? Puedo decir con la cabeza bien alta que soy algo así como el Paladín de esta planta. Si bien es cierto que no soy el único en todo el edificio, ni mucho menos, ya que tengo muchos compadres por aquí, en este piso mando yo, y si hay fuego, éste tendrá que vérselas conmigo cara a cara.

Ya ven que soy valiente y aguerrido. Sueño muchas veces con una proeza así y pasar a la historia como el héroe que luchó y venció al fuego, ¿quién va a privarme de tal disfrute? Sí, lo sé, si tal situación se diese yo pasaría a mejor vida y dejaría de existir. Pero moriría matando y con orgullo.

La mayoría de los objetos cumplen su función desde el primer día: un vaso, un teléfono, un sofá... etc. Piénsenlo por un momento. Sin embargo, en mi caso es diferente. Y no me queda otra que soñar con que algún día llegará mi momento, ese para el que fui creado y vine a este mundo.


martes, 18 de agosto de 2015

Arriba, abajo arriba, abajo

Mi vida es todo ejercicio. Ser rueda de una bicicleta es algo bien recompensado y analéptico. Resulta muy reconfortante. Mis hermanas de los coches lo tienen todo hecho, pero nosotras dependemos únicamente de las piernas del amo. Benditas niñas pijas, cuánto tienen que aprender de nosotras, las que de verdad sudamos la camiseta.

De alguna manera, hacer ciclismo es algo así como una montaña rusa. Subidas y bajadas, desniveles, cambios de velocidad... etc. Quizás resulte una comparación metida un poco con calzador, pero amigos, es mi impresión. Y no es que haya visto una atracción así pero he oído hablar a veces de ella y es lo más parecido a esto a día de hoy.

En mi caso pertenezco a un ciclista profesional, sí, de los que corren en las grandes vueltas europeas. No es que sea de los mejores, es más, diría que sus clasificaciones suelen ser mediocres; pero mientras dure el patrocinador, los dos estamos contentos. Es apasionante esta profesión. A veces envidio un poco a las ruedas de las bicis de montaña, tiene que ser emocionante eso de explorar la naturaleza de tal manera. Pero bueno, no me quejo para nada, la carretera tiene su encanto.

He de reconocer que me acongojo un poco con las grandes subidas como Alpe d´Huez, Tourmalet o El Angliru. El comienzo es ilusionante aunque presiona saber lo que viene por delante. Luego el esfuerzo comienza a pasar factura, los kilómetros pasan muy muy lentamente. En el propio ascenso hay momentos de emoción y motivación y otros de decepción y agonía. Los últimos metros son los más reconfortantes, una auténtica explosión de victoria y triunfo, un laurel para enmarcar. El descenso es como ir ganando un partido de fútbol por 5-0 a 5 minutos del final (aunque tiene un delicado matiz, no todo el monte es orégano).

El riesgo que tenemos es el pinchazo. Supongo que todos tenemos que morir de alguna manera. Yo tengo suerte porque nací Superhéroe y llevo años con el mismo ciclista en la misma bici. Normalmente nos cambian de una carrrera a otra, pero yo soy especial. Lo que les decía, no hay nada peor para nosotras que un pinchazo porque significa la muerte. Aunque en ocasiones puede ser algo épico. Recuerdo aquella carrera ganada por Abraham Olano en 1995. Su rueda pinchó a 1 km de la meta. Aun así, el ciclista se armó de valor para llegar al final proclamándose vencedor ante el asombro de todos los presentes.

Me encanta esta montaña rusa que es mi vida. ¿Saben qué? Pocos objetos están tan cerca de los humanos como nosotras las ruedas de bici. Ahí lo dejo.


martes, 11 de agosto de 2015

Emoción elevada al máximo

Aún recuerdo aquella noche y se me pone la piel de gallina. Sin duda para mí, y es mi opinión, la velada abrazó la mejor pelea de lucha libre de la historia. Estamos hablando de Wrestlemania XII y el combate entre Shawn Michaels y Bret Hart. De lo que estoy completamente seguro es de que nadie vivió tan intensamente esa noche como yo, por esto pongo la mano en el fuego.

Os está hablando el ring que presenció aquel evento. Han pasado ya 19 años y aún lo recuerdo como si estuviera pasando ahora mismo. Nunca he visto tanta intensidad, espectáculo, potencia y energía junta dentro de mis cuerdas, ¡una auténtica explosión de hostilidad y golpes! Después de aquel combate aún albergué las principales peleas de lucha libre unos años más, hasta que decidieron jubilarme, pero eso es otra historia.

The Heart Break Kid, Michaels, venía de ganar el Royal Rumble del año y llegaba con mucha motivación al combate. Por su parte, The Hitman, Hart, era quien defendía el título y estaba considerado como uno de los más grandes desde hacía años. El estilo de lucha de ambos gladiadores, su prolongada rivalidad y los ataques verbales previos al evento prometían una noche excitante. Cerca de 20.000 personas se habían reunido para presenciar una intensa pelea de 60 minutos, cuyo ganador sería la persona que más veces forzara a rendirse al oponente o que tuviera más descalificación o cuenta por estar fuera del ring. Sin embargo, amigos, el verdadero final distó mucho de esto que os cuento.

He de decir que el combate estuvo bastante igualado. Los mamporros fueron constantes por ambas partes desde el comienzo, los minutos iban pasando y ambos iban dando lo mejor de sí. El objetivo era entretener a un público rabioso de espectáculo y diversión. Los luchadores eran conscientes de ello y dieron la talla al máximo, como no podría ser de otra manera.

Debéis entender que el wrestling lo ha sido todo en mi vida, y he vivido mucho. Al fin y al cabo, como dijo el poeta griego Eurípides, "la vida es lucha". Y ciertamente lo es, he visto muchas peleas sobre mi lona y sé de lo que hablo. Momentos de orgullo cuando algo ha salido bien, breves instantes de tensión previos a un mal golpe que ves venir, devaneos mentales para tomar una decisión u otra, por aquí o por allá... etc. Podría estar horas así. La vida es wrestling compañeros.

Perdonadme, no quería desviarme del tema. Estabamos hablando de Hart y Michaels. Pues bien, llegada casi la hora completa de combate, Hart ejecutó su clásico y tremendo sharpshooter sobre su oponente viéndose a sí mismo como ganador y recibiendo después el cinturón de campeón de manos del árbitro. De manera inesperada, James Marella, Presidente de la WWF en aquel momento, intervino entrando dentro de mí y ordenó que el combate se reanudara y decidiera a muerte súbita.

Apenas unos minutos después, ambos contrincantes se enfrentaron de nuevo. Lo ocurrido después fue muy rápido. Shawn Michaels asestó dos Sweet Chin Music casi seguidos sobre el inmortal Bret Hart dando por finalizado el combate a su favor y proclamándose así vencedor del Iron Man Match del Wrestlemania XII.

Y esa fue su gran noche. Y la mía también.

domingo, 9 de agosto de 2015

Creado para matar

Hoy es 9 de agosto de 1945. Mi nombre es Fat Man y soy una bomba atómica creada para matar japoneses. Son las 10.58 horas, estamos ya cerca de Nagasaki, estas son mis últimas palabras.

Apenas hace tres días, EE.UU lanzó una de mis hermanas sobre la ciudad de Hiroshima, más de 150.000 personas murieron ese día. Y no me pidan que les dé la cifra de heridos y lisiados de por vida. Harry S.Truman, el presidente norteamericano, dijo horas despues del ataque: "Los japoneses comenzaron la guerra desde el aire en Pearl Harbor. Ahora les hemos devuelto el golpe multiplicado". La verdad es que no entiendo muy bien la diferencia entre un niño y un adulto, ¿ustedes ven alguna? A un niño si le tiran una piedra él tira una mayor; pues bien, el adulto hace lo mismo.

Tengo casi el doble de potencia que la bomba de uranio lanzada en Hiroshima. No alcanzo a calcular el número de personas que voy a matar, porque sí, voy a matar, y en apenas unos minutos miles de japoneses habrán perecido. Y yo soy el encargado de arrasar la ciudad y llevármelos al otro mundo. A bordo van diez humanos: piloto y copiloto, oficial de armas, bombardero, ingeniero de vuelo... etc. Sin embargo, siento que yo soy el único asesino aquí. Estoy temblando, me siento histérico, angustiado, y no puedo hacer nada para cambiar el destino. Esto es horrible...

No alcanzo a comprender lo asquerosamente hijo de puta que es el ser humano. Es muy fácil tomar la decisión de arrasar una ciudad de manera tan miserable desde un cómodo sillón con una buena copa de borboun en la mano.

Se permiten el lujo de llamarme "gordo" además, vale que peso casi cinco toneladas, pero es que no he tenido ninguna posibilidad de ser o no ser, empequeñecer o engrandecer. Simplemente se me creó con un objetivo y ahora poco tiempo queda ya para lamentarme. El tiempo me acorrala, mi vida se agota y la muerte me invita a cenar.

Estoy seguro de que el conflicto no durará mucho más. El emperador Hirohito quedó muy tocado tras la bomba de hace unos días, y con esta nueva acción la guerra va a tocar a su fin, casi con toda seguridad. Los alemanes ya quedaron fuera de juego y ahora es el turno de Japón, que se encuentra entre la espada y la pared.

Amigos, el momento ha llegado, debo dejarles ya, hasta aquí ha llegado mi miserable vida. Que los habitantes de Nagasaki me perdonen, yo nunca quise hacer esto. Allá voy.

jueves, 6 de agosto de 2015

Mágico, cálido y eterno

El día de su sexto anivesario ambos fueron a celebrarlo a un restaurante griego en el centro de Madrid. Ya en el postre ella le extendió una foto del Parlamento de Budapest; en la parte posterior del papel se podía leer: "Gracias por estos seis años juntos, eres lo mejor de esta vida. Te quiero." Unas semanas después, la pareja materializó el regalo y viajó a Hungría como estaba previsto.

Y aquí estamos los tres, desde el Bastión de los Pescadores podemos ver ahora el gran edificio protagonista de aquella noche justo en frente de nuestra vista, al otro lado del río. La foto que podemos presenciar es la misma que la de aquel papel que él aún guarda en su cartera a modo de recuerdo.

El asunto es que el chico acaba de pedirle matrimonio. Tras leer unas líneas y aludir a una canción, finalmente el chaval se atrevió a formular la pregunta. Ella no respondía, estaba en estado de shock, quizás es porque no ha habido hincada de rodilla, pero es que eso ya está muy anticuado y el amor no siempre hay que demostrarlo de manera tan tradicional y aburrida.

Debo reconocerles que yo estaba más nervioso que él incluso, y eso que tan solo soy el anillo, pequeño e insignificante, pero con un gran papel protagonista en toda esta historia. La chica finalmente ha dicho que sí y, aunque con titubeo por los nervios, he logrado entrar orgullosamente en su dedo para sellar tal compromiso. Es curioso porque siento que este momento lo estamos viviendo los tres, pero obviamente ellos no saben que pienso, siento o padezco.

Se abrazan, acarician, besan... Ella no se lo esperaba y él no la tenía todas consigo, a pesar de que apostaba por el sí en un alto porcentaje. La idea era pedirlo tras la cena y ya de noche, pero hay que ver lo que ha costado que anocheciese, y ni aun así...De todos modos, el momento ha sido mágico y diferente. Apenas llevo viviendo con ellos unos minutos y puedo percibir una energía muy fuerte, potente. Debo decirles que nos hemos cruzado con bastantes parejitas en esta tarde y en ninguna he captado tal fuerza y química como siento en ellos.

Recuerdo en este momento una cita célebre, no me pregunten de quién porque no alcanzo a recordarlo, pero decía así: "Me puede morir un día pero es gracias a tí que voy a vivir para siempre". Ciertamente no encuentro una frase mejor para describir esto que estoy viviendo, seguro que ambos están pensando lo mismo en estos momentos.


miércoles, 29 de julio de 2015

De números va la cosa

Soy una calculadora, probablemente el objeto más inteligente del planeta. Ya ven que me gusta esto de la probabilidad y las matemáticas, no podía ser para menos. Mi día a día se basa en números, cifras, cáculos de toda clase. Para muchos puede ser algo aburrido pero creanme si les digo que es apasionante.

Las calculadoras de hoy día procedemos del ábaco, ¿recuerdan ese marco de madera con alambres y bolitas en los mismos? Aunque no se lo crean, los ábacos son usados hoy día aún por algunos comerciantes del mundo no desarrollado, pero su uso más extendido tiene carácter educativo y está enfocado a los más pequeños. De alguna manera fácil hay que acercar las matemáticas a los niños, ¿no?

Yo pertenezco a un profesor de colegio y vivo casi de manera permanente en la mesa de un aula, rara vez me mueven de aquí. El maestro es de los buenos, escucha a los alumnos, no solo habla; muchas veces ahí está la diferencia simplemente. Recuerdo a su predecesor, solo sabía gritar a los alumnos y tenía cierta predilección por sacar a la pizarra al género femenino. No hace falta que hable más de aquel apestoso y miserable.

Sin embargo, con Francisco todo es diferente. Se nota en el ambiente que los chavales están atentos y pendientes de sus explicaciones, y no es fácil dada la materia que es...

Creo que la vida de uno de esos libros de texto es bastante más aburrida, de hecho alguna vez les he oído quejarse. Yo no puedo hacer lo mismo. Quizás no tengo la vida más excitante del mundo pero se podría decir que el paso del tiempo es pausado pero elegante y agradable a la par. Creo que siempre me gustó esto de los números, imaginen ustedes si no hubiera sido así, pobre de mí... Pero debo decir que me divierten las idas y venidas numéricas.

No quiero darles mucho la tabarra, ya les dejo tranquilos. Ah, por cierto, si esto les gusta no olviden estudiar a Arquímedes, el tío fue todo un genio. No vemos en otra ocasión, gracias por escucharme.

martes, 28 de julio de 2015

Días de sol y felicidad

Digamos que veo la luz solo durante tres meses al año, eso sí, debo de tener una esperanza de vida en torno a los 50 años, cosa que no todos los objetos pueden decir. Aunque casi la mayor parte de nuestra vida la pasamos encerradas en un sótano, puedo decir altiva y orgullosa que las sombrillas de playa tenemos una de las mejores vidas que se puede tener. Ansiamos la llegada del verano, lo recibimos boyantes y radiantes como el que más y con la ilusión de un niño de cinco años el primer día de su entrenamiento de fútbol.

Tenemos la fama de ser impenetrables. La guerra contra el sol es nuestra razón de ser y estamos muy bien valoradas al respecto. Sin embargo, según un estudio de la Universidad de Valencia, a través de nosotras se filtra un 34% de los rayos ultravioletas del sol. Nadie es perfecto, ¿no?

Formamos una gran familia en la playa. Dudo que otros objetos puedan decir lo mismo. Nosotras tenemos muy buena relación y no hay envidias de ningún tipo. De hecho, durante el invierno nos echamos mucho de menos. Gaspar de Jovellanos dijo en una ocasión: "La ausencia es un ingrediente que le devuelve al amor el gusto que la costumbre le hizo perder", de tal manera que la llegada del verano nos llena a todas de alegría y júbilo por el reencuentro.

Resulta curioso cuanto menos, y esto lo hemos comentado en varias ocasiones, la cercanía y lejanía que guardamos al mismo tiempo respecto a los paraguas. Anatómicamente somos casi lo mismo, sin embargo, nuestros rayos son sus gotas, nuestro calor su frío y nuestra ganas de vivir el día su deseo de terminarlo. Los chinos nos inventaron a ambos hace ya 4000 años y desde entonces vivimos una estrecha relación de amor y odio, más bien lo segundo. Supongo que el tiempo se refleja en el carácter, porque mientras nosotras vivimos en la más absoluta felicidad y bonanza, su existencia es más bien afligida, atribulada y pesarosa

Este verano está resultando especialmente caluroso. Hablan de una tercera oleada de calor pero yo aún no me he enterado de cuando ha pasado la primera. Más o menos lo llevamos bien, aunque se está haciendo algo duro en algunos momentos del día. Debemos estár ahí para proteger a estos humanos, ¿qué harían sin nosotras? Sabemos que son agradecidos para con nosotras y eso es algo que nos estimula y nos llena de orgullo. No siempre los humanos valoran el trabajo de un objeto, supongo que es normal, no saben que sentimos, vivimos y tenemos la capacidad de reflexionar exactamente igual que ellos. Tampoco les culpamos, y menos en nuestro caso, ya que, como digo, nos respetan y tienen en estima.

Hay un asunto que no me tiene del todo contenta y es el diseño. Diría que un 75% somos feas y sin personalidad. Quiero pensar que no es lo importante pero la verdad es que cuesta ver alguna que sea realmente hermosa y con gracia, o al menos resultona. Supongo que es el precio a pagar, ya les decía antes que no todo puede ser perfecto. No me quejo, al fin y al cabo ser bonita en los tiempos que corren es casi más un triunfo que un detalle de la naturaleza.

Y aquí estoy, acabando el día, los rayos de sol son cada vez más débiles y horizontales y poco tenemos que hacer aquí ya. Creo que ya es hora de recoger e ir a casa, mañana será otro día.

martes, 21 de julio de 2015

Cuando nada vale nada ya

Tener los días y las horas contadas tan a corto plazo no se lo recomiendo a nadie. Miren que posiblemente tengo el peor empleo del mundo, y con una esperanza de vida de máximo dos días, vean ustedes de tenerme poca o ninguna envidia. Cuando además uno es el ser inanimado menos respetado y valorado de la casa, la situación emocional de tristeza torna en depresión, porque ya de vivir poco al menos podrían tenerme en estima, pero ni con esas. Yo no pedí haber nacido rollo de papel higiénico, pero me tocó.

Miro a mi alrededor y, a pesar de que hay otros compañeros en una situación parecida, casi todos tienen una vida más o menos duradera. Los bastoncillos para los orejas esos de ahí arriba viven poco también pero al menos no tienen una función tan sumamente sucia, hedionda y maloliente como la mía. Repugnancia y fetidez son mi día a día. No procede aquí entrar en detalles pero qué les voy a explicar sobre mi trabajo que no sepan ya.

Digo yo que ya de tener una vida y un empleo de mierda, podría gozar al menos de una existencia tranquila y pacífica, pero es que ni eso. No me dejan descansar. Soy molestado varias veces al día, ya que en el colmo de la mala suerte en la historia de los rollos de papel higiénico, vivo en un baño de una casa que es habitada por una familia de seis personas: el matrimonio, tres niños y la abuela. Así que pueden ustedes imaginarse el ir y venir diario. Casi los conozco a todos ya, tan solo no ha venido a visitarme aún la anciana, bendito aguante tiene la tipa.

En ocasiones, raras donde las haya, hemos servido como tarea de manualidad para los más pequeños de la casa, que han podido crear un castillo, pájaro o cebra con nosotros. No ha sido esa mi suerte en este domicilio. La verdad es que esto que les comento no es nada habitual y solo unos pocos afortunados han podido llevar la cabeza bien alta una vez parecía que su vida a finalizar. Acabado el papel, al menos han podido ser aprovechados para el disfrute de los niños.

Una de las historias más interesantes con creces pero también más arriesgadas la situamos en la Operación Tormenta del Desierto de la Guerra del Golfo. Sepan ustedes que el verde de los tanques del ejército de EE.UU. hacía un contraste muy evidente con la arena del desierto. Al no haber tiempo necesario para pintar los vehículos se optó por envolver estas máquinas con papel higiénico como técnica de camuflaje en el último momento, 

No me dirán ustedes que no somos el artículo más feo de la cesta de la compra. ¿Lo somos o no? Sin ninguna duda. No me dirán algo más soez y vulgar de todo el establecimiento. Y ahí nos juntan con las fresas, el chocolate y las verduras. Somos el patito feo más feo del lugar.

Cuando comencé a relatar estas líneas no quise decirles que apenas me queda un servicio más, supongo que lo escondí por aquello de cogerles cariño. Quizás ustedes me lo han cogido aunque sea un poco, cosa que sería la experiencia más satisfactoria de mi endeble y miserable vida. Pero ya debo serles sincero e indicadles que acaban de abrir la puerta, es la abuela de la familia, por fin se ha dignado a entrar. Mucho me temo que apenas me quedan unos minutos de vida y solo quiero agradecerles su tiempo y atención. Ha sido un placer.


martes, 14 de julio de 2015

Unidas para siempre

Representar en la actualidad al juguete más antiguo del mundo es todo un orgullo. Los primeros restos de muñecas datan del siglo XXI antes de Cristo, según lo que la arqueología nos cuenta tras el descubrimiento de algunas tumbas egipcias que así lo atestiguan.

Yo vivo con esta familia desde hace 10 años, una eternidad desde mi punto de vista, pero una eternidad bonita, cautivadora y reconfortante. Hace ya un tiempo que la niña dejó de jugar conmigo y ahora figuro más como un elemento de decoración que otra cosa. No me importa, siempre me he sentido como uno más de la familia y así sigue siendo. Me transmiten tranquilidad y sosiego y debo decir que aprendo mucho de ellos.

Recuerdo con añoro el día en el que llegué a esta casa. Había estado dos días en una estantería de unos grandes almacenes cuando un joven alto, moreno y afable se acercó a recogerme. Nunca olvidaré las lágrimas de emoción de la niña cuando abrió el paquete en el que me encontraba y vio que su primer deseo en la lista de regalos a los Reyes Magos estaba delante suyo.

A partir de ahí comenzó una bonita amistad entre nosotras. El primer día me presentó al resto de compañeros de la habitación. Y a
partir de ahí no nos separamos ni un solo día, incluso dormíamos juntas cada noche, me abrazaba y se lanzaba a soñar. Por la mañana despertaba y me daba los buenos días. Cuando llegaba por la tarde del parvulario lo primero que hacía era venir a darme un beso. Jugabamos durante un rato antes del baño, eso sí, después de hacer los deberes.

Siempre tuve buena relación con el resto de muñecas, y eso que yo era su favorita, no hubo envidias de ninguna. La verdad es que somos una buena colección. No llegamos al nivel de las 15000 barbies de una alemana que ostenta el Récord Guinness, pero se podría decir somos un buen grupito. Todas hemos pasado buenos momentos con la niña.

Recuerdo una ocasión en la que su madre, limpiando la casa, me puso por un momento en una estantería fuera de la vista de la cría. Y olvidó bajarme de nuevo. No podéis imaginaros el disgusto que se llevó al no encontrarme hasta que me bajaron de aquel altivo sitio y pudo abrazarme de nuevo. Juró que nunca más me dejaría sola, mientras se secaba las lágrimas de los ojos.

Poco a poco la pequeña se fue haciendo mayor y empezó a dedicarme menos atención. Yo al principio no quise darle mucha importancia pero la verdad es que finalmente el cambio fue bastante repentino. Sin apenas haberme dado cuenta, la niña ya no venía a darme un beso al volver de la escuela ni me arropaba por la noche junto a ella. Todo se fue difuminando para acabar convirtiéndome en una figurilla más en la habitación. Ella ya cuenta ahora con 15 años y es casi toda una mujercita, cualquier día dejará esta casa y formará una familia.

En alguna ocasión me mira, sus ojos se cruzan con los míos por unos segundos. Me pregunto si consigue recordar algo de lo que vivimos antaño. Me pregunto si es capaz de traer al presente alguno de esos momentos que compartimos y que yo recuerdo con tanto cariño. Quiero pensar que sí, que seguimos unidas para siempre.

lunes, 29 de junio de 2015

Ni siendo una de las buenas...

—Si estas paredes pudiesen hablar... —murmuré.

Poirot movió la cabeza.

—No basta con una lengua. También deberían tener ojos y oídos. Pero no esté demasiado seguro de que estas cosas inertes —tocó ligeramente la estantería al hablar— permanezcan siempre mudas. A veces me hablan: las si­llas, las mesas, me envían su mensaje. 

Al menos alguien es capaz de conectar con nosotros de alguna manera. Porque no creáis que es fácil esto de estar "como si tal cosa" y tener algún vínculo con vosotros los humanos. No me importa demasiado que me insulte con esa horripilante palabra, "inerte", ya que parece que al menos capta los mensajes que le enviamos de alguna manera. Y ademas es un genio.

No sé si alguna vez han tenido la oportunidad de pensar que esa alfombra del suelo tiene vida, pero les aseguro que pensamos y sentimos igual que ustedes, a pesar de tener el cerebro y el corazón un poco pisoteado con tanto ir y venir.

No es que me moleste en exceso, al fin y al cabo debo aceptarlo y resignarme. Pero debo reconocer que sé que no quieren que se estropee el suelo, eso sí, nosotros no les importamos para nada. Y además hacemos una función decorativa, ¿verdad? Que tengo sentimientos, por favor. Váyanse al cuerno.

Estoy cansado de sus pisadas, hastiado de sus estúpidas conversaciones, desgastado por los laterales, extenuado de vivir, agotado, fatigado de no poder moverme ni de que no signifique nada para ustedes. Además, hoy, resfriado, porque se han dejado la ventana abierta y es un frío 12 de enero. Estoy harto, de vivir, pensar, sentir y permanecer. Y un vaso quizás puedes arrojarse tímidamente al vacío, si se lo propone y la situación es propicia. ¿Pero yo?

Pude haber sido un insecto, ya no pido haber nacido ser humano, pero al menos podría tener la capacidad de desplazarme, aunque la vida fuese más mísera que la que tengo probablemente. Pero no, me tuvo que tocar alfombra, y de las buenas, pero ni eso se valora.

Abraham Lincoln dijo una vez que "al final, lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años". Y es que en mi caso, lo mire por donde lo mire, no le veo el matiz positivo al asunto. Eso sí, el detective Poirot sabe que somos y no solo estamos, se agradece.

lunes, 15 de junio de 2015

Los ojos que todo lo ven

A veces hace frío y otras demasiado calor. A veces es de noche y a veces de día. En ocasiones esto está muy poblado, más por momentos se convierte en un auténtico desierto inanimado como el que más. Sufre y llora la calle cuando hay malas noticias, ríe y juega cuando los astros se alinean y la sonrisa reina en cada cara.

Vivo en la calle entre niños que viven para aprender y ancianos que no dejan de aprender a vivir, familias en los coches y lobos esteparios e
n sus motos, trabajadores en furgonetas y "millonetis" en cochazos. Trabajo 24 horas al día los 7 días de la semana durante los 365 días del año y éste es mi día a día.

Soy protagonista de nada y al mismo tiempo de todo. Estos seres humanos pasan por mi lado en cada momento durante el día, muchos me miran, otros no lo necesitan. Si supieran que tengo mi corazoncito quizás me mirasen de otra manera pero a dia de hoy sus miradas muestran inexpresividad y desazón, vistazos aburridos, observaciones pasivas y faltas de emoción.

Yo en cambio me he emocionado muchas veces: reencuentos con abrazos casi interminables, accidentes irreparables, discusiones de pareja, verdades sinceras entre amigos, peleas callejeras e incluso palizas a mendigos... No es fácil esto, pero aquí debo estar y aquí seguiré durante mucho tiempo. Es una cuestión de sobrevivir, en mi caso, como le ocurre a otros de mi estirpe, es además una cuestión de aceptar lo que ha tocado y llevarlo lo mejor posible.

Así pues, trato de vivir cada día con sus cosas buenas y las malas, consciente de que en el equilibrio puede estar la felicidad pero sabiendo que hay cosas inevitables que mis ojos deben mirar. Casi cada día lloro, como también casi cada día río, eso es más frecuente gracias no sé muy bien a qué. Lo que intentamos a veces maquillar y positivizar no siempre se presta a ello, por lo que por más que nos esforcemos, a veces es bueno simplemente verlo pasar sin intención alguna de modificar lo acontecido.

Y esto se lo dice alguien que siempre cambia de color, como los camaleones. Verde, naranja, rojo y vuelta a empezar, Ese es mi día a día.

miércoles, 25 de febrero de 2015

Paz

Silencio. Es todo cuanto tengo cada día. Tranquilidad, reposo, sosiego. Una inanimada relación con la realidad más pacífica y serena  es lo que poseo. Y así será durante mucho tiempo.

La biblioteca no es precisamente un lugar de ajetreo y diversión pero tiene su encanto. Y se lo digo yo que llevo ya unos cuantos años ocupando día tras día la misma estantería ofreciendo conocimiento a todo aquel que se decide por mí. Estos lugares tienen algo especial. La Biblioteca deAlejandría albergó en su día casi un millón de manuscritos convirtiéndose en la mayor de su época. Sobrevivió a un incendio tras el asedio de Julio César aPompeyo, y a posteriores saqueos de cristianos y musulmanes, hasta que en algún momento de la historia sucumbió finalmente. Sin duda, ésta biblioteca es mi favorita.

Yo pertenezco a una más bien pequeña, modesta, pero a mí no me importa. La mañana aquí comienza con un ir y venir de personas que se acercan a este enclave con diferentes motivos. Unos vienen con interés científico, otros son estudiantes de Universidad y los hay que se desplazan aquí solo por aburrimiento, estos son los menos.

Las épocas de exámenes son las que más nos entretienen. A mí personalmente me rejuvenecen  esas semanas. Con todos los años que llevo encima me viene bien ver esa juventud. Lo que me duele es que vienen por obligación y no por placer. El conocimiento debería de ser un disfrute y una pasión y no un mero trámite dos veces al año.

Me siento acompañado, rodeado de cientos como yo. Por la noche, conversamos animadamente unos con otros salpicándonos de conocimiento instruyéndonos de diferentes materias unos a otros, es enriquecedor. Eso sí, el día es sagrado, debemos callar y servir. Observamos cómo los humanos nos estudian y hacen anotaciones en sus blocs de notas, aunque muchos ya vienen con esos objetos llamados tablet.

Es una verdadera pena cómo evolucionan los tiempos. Cada día hay menos visitantes en la biblioteca y la culpa de todo la tiene la dichosa tecnología. Temo tener fecha de caducidad, aunque procuro no pensar en eso. De momento, vivo feliz en este sitio.