jueves, 27 de diciembre de 2012

Y no me he dado ni cuenta


"Cuando pensamos que el día de mañana nunca llegará, ya se ha convertido en el ayer". Lo dijo Henry Ford; y que razón tenía...

El tiempo es algo asquerosamente fugaz y maleducado. Ni avisa ni se lo plantea. Simplemente vive, existe. Mira de reojo cuando le place y pasa desapercibido como una caja de galletas en un supermercado de barrio. Os lo dice un calendario de oficina.

Sí, de esos que están junto al ordenador en cualquier despacho de cualquier empresa de cualquier ciudad. No me considero nada especial, más que nada porque apenas me prestan atención. Y deberían, pero no lo hacen. A esta gente le gusta improvisar, y luego pasa lo que pasa... Si esperan que el tiempo les de una palmada en el pecho, o en la espalda por contra, van listos. Ni uno ni lo otro.

La vida aquí es bastante tranquila, tampoco voy a contaros grandes anécdotas, más que nada porque sería dar rienda suelta a la parte más inventiva y creativa de mi espectro cerebral y tampoco estoy por la labor.

Mi compañero humano de mesa es afable, trabajador y un poco quejica, pero funciona bien. Eso sí, al pelota de su derecha no le soporto. Respecto a los otros objetos, la verdad es que no tengo nada que objetar. Y es porque en verdad son tan aburridos que parece que están muertos. Qué coñazo de tíos...

De todas maneras, poco importa ya. Hoy es 27 de diciembre y apenas me queda media semana de vida. Ha pasado el año volando y no me he dado ni cuenta. Pero bueno, es lo que tiene haber nacido calendario. Nadie me echará de menos aquí, la semana que viene ya tendré un suplente ocupando mi lugar, sonriente al menos durante enero. Luego habrá que verle.

domingo, 1 de abril de 2012

Se empeñan en creer que son mejores

No les diré dónde vivo, ni de dónde vengo, ni a dónde voy. Estoy seguro de que poco les importará esto. Al fin y al cabo, somos todos iguales. En nuestro caso, no importa dónde estés, con quién te codees o quien te coja, simplemente somos vasos. A pesar de que más uno se empeña en sentirse muy importante por el entorno donde se mueve. Para mí somos todos iguales, y no es envidia, es lógica pura.

Si lo piensan, nuestra existencia es ínfima y despreciable. Somos "uno más". Lo único que le importa a nuestros sedientos portadores es la marca de whiskey que nos meten dentro o si el agua está fresca o del tiempo. Nosotros, como tales, no somos nada para ellos.

Cuando uno de nosotros se rompe en una mesa, se crea una especie de clima que mezcla cierta incomodidad, sensación de torpeza y una animada intención por parte de los presentes de que pase el momento. El nivel varía según la confianza que haya entre los mismos. A lo que voy, la situación apenas dura un par de minutos. De todos modos, ¿a quién le importa un vaso? Se trae otro y se recogen los restos del muerto que, para colmo, no podrá ni disfrutar de un entierro mínimamente honroso. ¡Qué va! El cuerpo a la basura y seguimos con lo que estábamos hablando.

Por eso les digo, por más que se empeñen algunos en ser más cool que otros, somos todos iguales. Yo ya les he dicho que no voy a decirles dónde vivo, pero soy de cuna humilde. Y orgulloso estoy de mis progenitores, alegres y trabajadores hasta que decidieron darles la "baja permanente". Es lo malo que tiene ser un vaso, que no puedes ni quejarte si te "trasladan".

Otro aspecto que me molesta bastante de mis congéneres es que muchos se creen más guapos. Su actitud altiva y petulante me repatea. Pero he de admitir que en este caso tengo algo de envidia, pero hay una lógica respetable. Estamos hechos de mil y una formas, y la mía es bastante mediocre. No es que me queje por cómo me hicieron, ¡pero es que soy lo más común del mundo!

Madre mía, me parezco al sofá gruñón... Perdónenme, tengo un mal día simplemente.

En verdad, esto no está tan mal, ya que al menos estoy siempre acompañado. Y eso no lo pueden decir todos los objetos de este planeta. Anda, que no nos reímos poco yo y mis compadres de las tonterías de estos borrachos... (soy un vaso de agua pero me usan más para inyectarme alcohol un par de veces por semana).

Recuerden que los vasos existimos, estamos ahí, observamos y analizamos, reímos unas veces y nos compadecemos otras. Aunque no lo parezca, tenemos vida. Y por favor, tengan cuidado y no nos rompan, que hace daño y, la mayoría de las veces, nos vamos al otro mundo sin remedio. Gracias.

sábado, 10 de marzo de 2012

¡De caja tonta nada!

Siempre me ha resultado curioso eso de "caja tonta" y la verdad es que no me ofende, sino que incluso me resulta gracioso. Los tontos son ustedes, yo soy más lista que todos, y sino, piénsenlo por unos minutos.

No estoy creada para entretener, sino para sacaros el dinero, que no os enteráis. Anuncios publicitarios para que compréis, manda este SMS o llama ahora para tal, por no hablar de la descarada publicidad encubierta que hay casi en cada segundo de emisión (este mundo me apasiona). La televisión es un negocio publicitario, por si pensáis que esto se hace para que paséis un rato distraído y agradable. Es como el fútbol, una puta de lujo hoy en día.

Normalmente Telecinco manda en mi casa, y supongo que en la mayoría de los hogares españoles. Sí, "yo veo este concurso divertido de Cuatro" o "me gusta esta película de la Sexta"; el más osado se atreve con "pues los documentales de La 2 están muy bien". Ja, ja y Ja!

La primera ventanilla de comida rapida tiene su origen en 1912 en Nueva York, y abrió el negocio con el eslogan "menos trabajo para mamá". Esto es lo mismo.

Telecinco ofrece comida rápida a los españoles. Ese "damelo rápido, sencillo y grasiento que ya pensaré yo cuando quiera". Contenidos agriamente entretenidos que alejan las preocupaciones de sus telespectadores. En mi opinión, cuanto más subversivo y agresivo sea lo que se ofrece, menos pensará la mente humana en sus quehaceres diarios. Y eso Telecinco lo sabe hacer muy bien, no voy a poner ejemplos, porque sería un no parar.

Según El Economista, en 2011 las televisiones autonómicas ingresaron un 27% menos en publicidad. La cadena pública nacional va de mal en peor. ¿Quién gana? la privada, la que hace lo que quiere. Y lo hace porque tiene el visto bueno de los telespectadores, que son los que deciden.

Bendito negocio el de la televisión. La cultura se pierde en pro del espectáculo. Y para no ser hipócrita, a uno también le gusta la comida rápida de vez en cuando. Que sí, que Saber y Ganar lleva 15 años en antena, lo que es todo un hito, pero agradecería que cambiaran un poco el formato, seguro que no "perderían" audiencia. Y que cada uno lo interprete como quiera.

Como humilde tele, y cambiando algo de tema, pienso que las cadenas se adaptan a lo que la audiencia pide. El debate es amplio, ¿ofrezco esto porque es lo que quieren? o ¿veo esto porque es lo que ponen? Creo más bien lo primero, aunque se me echen encima.

Viendo los tiempos que corren, la gente quiere algo fácil, y quizás está en su derecho de pedirlo así, por lo que hay que adaptarse. Y sino, imaginen por un momento, sentarse a las 22 horas en el sofá de su casa y ver que en todos los canales de televisión se están emitiendo programas a lo Saber y Ganar (de verdad que todo el mérito para Jordi Hurtado y compañía, no es que la tenga con vosotros). ¿Quién seguiría viendo la tele y no se iría a internet?.

Lo dicho, y perdonen que me desviara del tema respecto al inicio de todo este discurso. La televisión como cadena y empresa quiere dinero; yo, como tele de salón, quiero entretenerles de la manera que ustedes quieran, al fin y al cabo, son los que mandan.

martes, 28 de febrero de 2012

Fidelidad nocturna, amistad eterna

La situación es sencilla, la de todas las noches. Una cajetilla de tabaco negro, una copa de whiskey on the rocks, un antiguo ordenador y él, el escritor pensativo. La luz la pongo yo.

Rafael escribe con calma, tranquilidad y un controlado grado de reflexión. Casi cada noche nos reunimos en este escritorio para crear y desarrollar todo lo que su mente nos permita ver. No es que sea un escritor de pluma popular y estampa amigable, pero yo, que le conozco, sí que puedo decir que es un tío de mirada pensativa y reflexión sincera.

Quizás la fama no sea algo tan fácil de obtener como el que la persigue quisiera, pero la popularidad es algo ciertamente interno y no tan espectacular como su nombre nos arroja a la cara. Este chico escribe todas las noches y puedo deciros que su manera de ser y estar implica mucho respeto a sí mismo. Primero, escribe para él, y después para el que le quiera leer. Le admiro mucho, y más aún los escritos que repite en voz alta de forma pulcra y solemne.

Cuando os dije al principio aquello de "la luz lo pongo yo", más de uno habrá pensado que soy una lámpara, y quizás no tengamos que darle un premio Nobel por ello... Sin embargo, en verdad la luz la pone ella. Algo de cenar en el momento oportuno, un beso cuando el desvanecimiento toca a la puerta o ese "Rafa, has escrito mucho hoy, ven a la cama". La luz en verdad la pone ella.

Yo simplemente soy un compañero fiel que alumbra cuando él lo pide.

Lo cierto es que para mí esto es una amistad, a pesar de que nunca me habla, ni apenas me mira (sólo cuando acaba de escribir). Así todo, este contacto diario (o mejor dicho nocturno) significa mucho para mí. Supongo que el chico tampoco me tiene muy en cuenta, pero si supiera todo lo que yo le valoro, aprecio y respeto...

La relación es extraña e insólita. Yo siempre estoy aquí, aunque supongo que Rafael no tiene constancia de mi taciturna existencia. Sin embargo, yo veo todos los días a partir de las 21.30-22.00 horas cómo llega a la escena de acción, se sienta en la silla y comienza a dar rienda suelta a su creatividad. Palabras lanzadas a la computadora con tesón medido y calibrado, ansiosas por dormitar tranquilas el resto de la eternidad bajo un texto con sentido, locuaz.

Nunca podremos hablar como yo quisiera pero ¿saben una cosa? Quizás algún día tenga que mirarme como cada noche para apagarme y despedir la escritura de la jornada y se le ocurra alguna idea nueva que haga que siga escribiendo un rato más. Creo en la telepatía, y en la amistad también. Buenas noches.

El sofá gruñón

No es que esté a disgusto pero esto de no poder moverme de este salón es un poco sofocante. Además, no tengo ni un minuto de tranquilidad, casi siempre hay alguien en casa. Si no es papá o mamá, son las gemelas, y si no, es el adolescente super guay "me como el mundo por los pies". Por el cuello, agarraría yo al chaval. Siempre que se sienta sobre mí para ver la tele tiene que hacerlo con un golpe seco molestísimo.

Ser sofá no es tan sencillo como parece. No por la función, que resulta bastante asequible, sino por el tema psicológico. Me hubiera venido bien un curso de preparación, aunque lo cierto es que estoy aquí desde hace 7 años y no lo llevo mal del todo. Eso sí, hay que estar preparado para aguantar gritos, pataletas, discusiones, monólogos soporíferos del cabeza de familia o constantes quejas de la cabeza de familia, por no hablar de los habituales derramamientos de comida y líquidos por parte de las pequeñas. Las embestidas del joven con su pareja los sábados por la tarde son tema aparte...

Siempre quise ser como el sofá "Labios" de Salvador Dalí. Para mí es El Sofá. Sin embargo, soy uno más, aunque un sueño es un sueño, y nunca debe desaparecer. Al fin al cabo, la imaginación es algo de lo que nadie puede privarnos.

Tampoco me voy a quejar demasiado de lo que tengo, esta familia tampoco es tan mala. Lo único que no me dan un segundo de respiro, pero aburrirme, no me aburro. Hoy mismo me he enterado de que en junio se van todos juntitos en armonía una semana de vacaciones. Aprovecharé para descansar un poco, ya que aquí no siempre es fácil.

De momento, creo que toca reunión familiar este sábado debido al cumpleaños del chaval, así que a ver si me acicalan bien para las visitas; que soy muy coqueto aquí donde me veis. ¿O es que solo podéis vosotros? A los sofás tambíén nos gusta estar relucientes y bruñidos cuando toca.

Bueno, voy a dejar de refunfuñar que a este paso voy a empezar a caeros mal. Además, hoy me traen unos cojines nuevos y estoy la mar de feliz, aunque no lo parezca. Y por favor, cuando os sentéis en el sofá, hacerlo con cuidado, que a nosotros nos duele lo nuestro. A cambio, prometemos daros buenas siestas.

lunes, 9 de enero de 2012

Si yo, puzle, te contara...

Aquí estoy, encima de la mesa. Ha llegado mi momento. Esto es el fin, o el principio de todo, según se mire. Déjenme explicarles por qué y al final entenderán a qué me refiero. Muy posiblemente lo adivinen antes.

Es el 19º día que estoy postrado en esta mesa de escritorio. Este chico, de unos 32 años, ha sido mi fiel compañero durante todo este tiempo. La verdad es que he sido todo un quebradero de cabeza para el chaval. Ser un puzle de 1.000 piezas en blanco y negro no es tarea fácil para quien ose armarlo. Aunque si tenemos en cuenta que tengo un primo lejano que es Récord Guinness con 24.000 trocitos dicharacheros sobre la horizontal, lo mío se antoja harto sencillo.

Muchos pensarán que los puzles somos para gente aburrida o para personas solitarias, esas que "algo tendrán que hacer en los días de lluvia". Me rebelo totalmente contra tal farisea percepción. Trabajar un rompecabezas es todo un mundo; creánme, no es que intente vender el tema, pero es emocionante. Deberían probarlo todos los seres humanos del planeta. Esa sensación cuando encajas la pieza correcta...

Tendrían que haber visto cómo ha disfrutado este chico conmigo, mi fiel compañero durante más de dos semanas. Me he sentido respetado. Les confesaré que soy un objeto de tercera mano, y las dos experiencias anteriores no se las deseo a nadie.

Este chico ha sabido entenderme, valorarme, mimarme y verme como lo que soy, un entretenimiento sincero. Pocos existen por ahí como yo.

No divago más. Hoy me ha encajado la última pieza y esto ya está hecho. Siento como si ya fuese el final de la historia, el fin, la muerte de una corta vida. Aunque he de decir que, por otro lado, esto es el principio de todo; me siento como un cuadro recién nacido.

Él me ha caído muy bien, espero que sea recíproco. No quiero que me desarme y me meta en la caja de nuevo. Seamos optimistas, no será así. Ya me veo con un marco precioso alrededor en la pared del fondo del salón. Seamos optimistas, esto es lo bueno que tenemos los puzles, que siempre miramos al frente.

miércoles, 4 de enero de 2012

La lancha y el vagabundo

Soy un velero a orillas del Cantábrico. Hace una semana se llevaron a la que fue mi compañera desde hace 17 años, una preciosa lancha. No he vuelto a saber nada de ella.

Digamos que éramos de diferente clase social. Yo: destartalado, miserable, casi ruinoso; un mendigo del puerto. Ella: preciosa, impoluta, pulcra. La embarcación más atractiva que he visto en toda mi vida. Un ángel de la mar.

Recuerdo el primer día que la vi. Se llevaron de mi lado un yate bastante lujoso. No solo me quité de encima ese barquito altivo y almidonado, sino que desde aquel día he tenido la vista deleitada gracias a mi compañera, esa a la que no veo desde hace días. Nunca le importó que yo fuera de clase baja. Siempre me miró con ojos cariñosos.

Desde ese primer día, hemos sido inseparables. Cierto es que nuestros respectivos dueños venían algunas veces a pasearnos por la bahía, especialmente los fines de semana. Sólo nos separábamos en esas ocasiones. Ojalá nuestros propietarios se hubieran conocido y nos hubiesen sacado juntos alguna vez. Cuánto me hubiera gustado salir a la mar con ella... Nunca pudo ser.

Ahora recuerdo esos atardeceres con olor a canela salada casi agarrados de la mano. Nunca pudimos hablar pero sé que, de haberlo hecho, solamente nos habríamos dicho una cosa: "te quiero". No haría falta decirse nada más.

Los objetos nunca hablamos pero pensamos mucho, y sentimos mucho más todavía, quizás más que los humanos.

En este momento no sé qué será de ella, dónde estará o si volverá. Su plaza aún no ha sido ocupada pero presiento que se la han llevado para no volver. Lo único que quiero es que sea feliz allá donde esté. Y que viva de nuestro recuerdo tanto como lo hago yo. Eso no puede quitárnoslo nadie.