martes, 28 de febrero de 2012

Fidelidad nocturna, amistad eterna

La situación es sencilla, la de todas las noches. Una cajetilla de tabaco negro, una copa de whiskey on the rocks, un antiguo ordenador y él, el escritor pensativo. La luz la pongo yo.

Rafael escribe con calma, tranquilidad y un controlado grado de reflexión. Casi cada noche nos reunimos en este escritorio para crear y desarrollar todo lo que su mente nos permita ver. No es que sea un escritor de pluma popular y estampa amigable, pero yo, que le conozco, sí que puedo decir que es un tío de mirada pensativa y reflexión sincera.

Quizás la fama no sea algo tan fácil de obtener como el que la persigue quisiera, pero la popularidad es algo ciertamente interno y no tan espectacular como su nombre nos arroja a la cara. Este chico escribe todas las noches y puedo deciros que su manera de ser y estar implica mucho respeto a sí mismo. Primero, escribe para él, y después para el que le quiera leer. Le admiro mucho, y más aún los escritos que repite en voz alta de forma pulcra y solemne.

Cuando os dije al principio aquello de "la luz lo pongo yo", más de uno habrá pensado que soy una lámpara, y quizás no tengamos que darle un premio Nobel por ello... Sin embargo, en verdad la luz la pone ella. Algo de cenar en el momento oportuno, un beso cuando el desvanecimiento toca a la puerta o ese "Rafa, has escrito mucho hoy, ven a la cama". La luz en verdad la pone ella.

Yo simplemente soy un compañero fiel que alumbra cuando él lo pide.

Lo cierto es que para mí esto es una amistad, a pesar de que nunca me habla, ni apenas me mira (sólo cuando acaba de escribir). Así todo, este contacto diario (o mejor dicho nocturno) significa mucho para mí. Supongo que el chico tampoco me tiene muy en cuenta, pero si supiera todo lo que yo le valoro, aprecio y respeto...

La relación es extraña e insólita. Yo siempre estoy aquí, aunque supongo que Rafael no tiene constancia de mi taciturna existencia. Sin embargo, yo veo todos los días a partir de las 21.30-22.00 horas cómo llega a la escena de acción, se sienta en la silla y comienza a dar rienda suelta a su creatividad. Palabras lanzadas a la computadora con tesón medido y calibrado, ansiosas por dormitar tranquilas el resto de la eternidad bajo un texto con sentido, locuaz.

Nunca podremos hablar como yo quisiera pero ¿saben una cosa? Quizás algún día tenga que mirarme como cada noche para apagarme y despedir la escritura de la jornada y se le ocurra alguna idea nueva que haga que siga escribiendo un rato más. Creo en la telepatía, y en la amistad también. Buenas noches.

No hay comentarios: