martes, 28 de febrero de 2012

El sofá gruñón

No es que esté a disgusto pero esto de no poder moverme de este salón es un poco sofocante. Además, no tengo ni un minuto de tranquilidad, casi siempre hay alguien en casa. Si no es papá o mamá, son las gemelas, y si no, es el adolescente super guay "me como el mundo por los pies". Por el cuello, agarraría yo al chaval. Siempre que se sienta sobre mí para ver la tele tiene que hacerlo con un golpe seco molestísimo.

Ser sofá no es tan sencillo como parece. No por la función, que resulta bastante asequible, sino por el tema psicológico. Me hubiera venido bien un curso de preparación, aunque lo cierto es que estoy aquí desde hace 7 años y no lo llevo mal del todo. Eso sí, hay que estar preparado para aguantar gritos, pataletas, discusiones, monólogos soporíferos del cabeza de familia o constantes quejas de la cabeza de familia, por no hablar de los habituales derramamientos de comida y líquidos por parte de las pequeñas. Las embestidas del joven con su pareja los sábados por la tarde son tema aparte...

Siempre quise ser como el sofá "Labios" de Salvador Dalí. Para mí es El Sofá. Sin embargo, soy uno más, aunque un sueño es un sueño, y nunca debe desaparecer. Al fin al cabo, la imaginación es algo de lo que nadie puede privarnos.

Tampoco me voy a quejar demasiado de lo que tengo, esta familia tampoco es tan mala. Lo único que no me dan un segundo de respiro, pero aburrirme, no me aburro. Hoy mismo me he enterado de que en junio se van todos juntitos en armonía una semana de vacaciones. Aprovecharé para descansar un poco, ya que aquí no siempre es fácil.

De momento, creo que toca reunión familiar este sábado debido al cumpleaños del chaval, así que a ver si me acicalan bien para las visitas; que soy muy coqueto aquí donde me veis. ¿O es que solo podéis vosotros? A los sofás tambíén nos gusta estar relucientes y bruñidos cuando toca.

Bueno, voy a dejar de refunfuñar que a este paso voy a empezar a caeros mal. Además, hoy me traen unos cojines nuevos y estoy la mar de feliz, aunque no lo parezca. Y por favor, cuando os sentéis en el sofá, hacerlo con cuidado, que a nosotros nos duele lo nuestro. A cambio, prometemos daros buenas siestas.

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