sábado, 29 de octubre de 2011

Esa taza de café en una cumbre del G8

Aquí estoy, sobre la mesa de una cumbre del G8. Como taza de café en un evento de estas características, tengo que decir que esto es bastante divertido, salvando algunos momentos soporíferos en los que me gustaría beber el contenido de mi misma para no caer en un sueño profundo. Esa historia de las apariencias y de caer bien se materializa a la perfección en esta gente. Qué ridículos son.

Esto ha comenzado con una charla del mandatario anfitrión, Nicolas Sarkozy, en torno a un mayor diálogo y acercamiento de los países occidentales. La paja de siempre. Luego otro de estos nefastos monigotes ha comenzado a departir acerca de la globalización liberal y el futuro de la economía. Más tarde, sobre el sida, el hambre y la malaria; y finalmente sobre el cambio climático. Eso sí, todos han llegado en un lujoso coche privado, para "no" contaminar.

En esta ocasión me ha tocado ser acompañante de Angela Merkel, qué respeto me da esta mujer. No es que me caiga mal la muchacha pero la veo muy seria. Toda imperturbable y sobria ahí. Apenas me hace caso la alemana, supongo que ya ha desayunado.

Para la próxima ocasión podrían invitar a China, aún no sé cómo no está aquí. Bueno, supongo que por algo crearon hace unos años eso del G8+5, una especie de pantomima similar a ésta pero además con las principales potencias económicas emergentes. Así dieron lugar a lo que ellos mismos denominaron "un nuevo paradigma en la cooperación internacional”.

Estaba yo metida aquí en mis pensamientos y divagaciones cuando parece que esto se ha terminado. Los mandatarios comienzan a levantarse de su asiento mientras se sonríen unos a otros de manera afable, y estúpida, por cierto. Tal actitud me hace gracia y me enoja al mismo tiempo.

Por fin esto ha finalizado. La verdad es que ya comenzaba a dar "cabezadas". Lo curioso es que tras dos horas de reunión no se ha sacado nada en claro. Como si me sorprendiese... Los señoritos se van ahora a comer, seguro que no hablarán entonces otra vez sobre el hambre en el mundo. Para qué, la pantomima ya ha acabado.

viernes, 28 de octubre de 2011

¿No podría haber sido cualquier otra cosa?

La verdad es que estoy ya bastante cansado. Ser el peor enemigo de un niño no es sencillo y menos en los tiempos que corren. Vivo 23 horas del día metido en una mochila. La única hora "interesante" de la jornada la paso en un aula viendo la cara de aburrimiento del crío que tengo en frente, y no todos los días de la semana, solo tres. Al menos, podría sacarme de vez en cuando en casa para que me airee un poco. Pero no.

Un libro de historia no tiene nada que hacer en la vida de un joven del siglo XXI. Soy insulso, desabrido y, sin quererlo, antipático para este chaval. Mi abuelo siempre relataba sus andaduras con la juventud de su época. Era el rey de la casa y amigo del más pequeño de la familia. Supongo que eran otros tiempos...

Mi tarea es aburrir, miren ustedes para lo que he sido creado. Es triste pero así es. ¿Cómo puede interesarle a un niño de 14 años la invasión visigoda es España o el gobierno de Dámaso Berenguer? Es que es de locos.

La verdad es que no sé cuánto tiempo más podré aguantar este "vertiginoso" ritmo de vida. Casi prefiero quedarme en la aburrida mochila todo el tiempo. Este niño me trata fatal y no puedo hacer nada para evitarlo. Me ha roto ya dos hojas del final para lanzárselas a un compañero de su clase, que parece seguirle el juego de la misma manera. ¿No tengo yo derecho, al menos, a estar entero?

En fin, un libro de historia. Si me llegan a preguntar, les hubiese propuesto casi cualquier otra cosa, pero me tocó ser libro de historia. Tiene cojones. Bueno, voy a empezar a leerme, creo que nunca lo he hecho.