viernes, 21 de julio de 2023

Juntos en el más allá

Egoitz era un chaval de 27 años dedicado a su gente; primero ellos siempre, luego él. Vasco natural de Durango afincado en Asturias. Un chico normal. Aficionado al ajedrez, seguidor de Reincidentes, amante de la cerveza, practicante de senderismo a medio nivel, amante de la ilustración y diseñador gráfico de profesión. Un poco susceptible y gilipollas a veces cuando estaba algo borracho y bastante brusco al hablar; pero bueno, que nadie es perfecto, ¿no?

Una tarde de sábado a las 17.33 horas un Citroën Xsara Picasso de la Policía Nacional a 100 km/h se lo llevó por delante en el cruce de la calle Leopoldo Calvo Sotelo con la calle de Llamaquique de la ciudad de Oviedo. Salío volando 12 metros y su cabeza impactó contra una marquesina de autobús. Muerto en el acto.

De esto hace hoy exactamente 5 años. Son las 17.00 horas de un domingo cualquiera de agosto de 2023. Amaia está sentada en su sillón de mimbre de la salita de estar totalmente en silencio. Es un nuevo aniversario de la muerte de su hijo. Hoy se levantó a las 8.00 horas, lloró mucho en el cementerio a las 9.30 horas y se metió en la cama desde las 11.00 horas hasta las 15.00 horas. Vacía. Sola. Aletargada. Con el corazón ido y perdido en otra dimensión.

Apenas dos semanas después del accidente en el que se nos fue Egoitz llegaron las discusiones con su marido. El dolor se tornó en desastre y odio. La convivencia se volvió en algo inaguantable. El amor se apagó en un estanque seco. Las culpas eran cuchillos medio afilados al inicio de las discusiones y puñales sedientos de sangre pasados los minutos. Finalmente, el matrimonio se rompió y cada uno hicieron sus vidas por separado.

A estas alturas del relato debo decirles que soy el paragüas que Amaia regaló a Egoitz por su 14 cumpleaños y que éste nunca llegó a usar porque no le gustaba usar este tipo de artilugios. Estoy aquí en una esquina de la sala desde entonces. Y desde aquí veo, siento, lloro y acompaño a la tristeza que embarga a esta casa día tras día.

Porque la vida pega muchas vueltas. Y es que la felicidad puede mutar en crisis y ésta ponerse de color morado enfermo. Y luego morir. Cuando una felicidad muere, cuesta que vuelva a respirar.

He visto llorar a Amaia cada día de estos 5 años. Sí, joder, cada puto día de estos indeseables 5 años. Yo no lo soporto más, perdonad si hablo mal pero esto es duro. Vivo con ella, aunque ella no sabe que estoy aquí observando, sintiendo, añorando de alguna manera a ese chaval también casi tanto como ella. Esto es muy doloroso.

Recuerdo el día del cumple cuando me regaló a su hijo. Egoitz había abierto ya varios regalos contento fuera de sí. Entonces llegué yo. Fui el peor de todos para él. El muy cabrón me tiró a una esquina de la sala. Y desde entonces ahí sigo. Sí, ya sé que suena surrealista, pero es que no me han movido desde entonces. Verídico.

Volvamos al momento. Hoy es el aniversario de la muerte de Egoitz. Amaia acaba de levantarse de su sillón y se ha dirigido a la habitación del chico. Ha cerrado la puerta. Pasan unos cinco minutos y se oye lo que yo me temía. Suena "Un día más" de Reincidentes. Lo canta Fernando Madina Pepper.

Sed, llega el anochecerDinero o placerTodo a distorsionar.Más, reírme sin pararLlegar donde tú estásNo hay mucho por hacer.

Amaia sale de la habitación del chico y acaba de sentarse en su sillón de mimbre de nuevo. Amaia se fuma un cigarro. Amaia saca algo del bolsillo de su bata, lo tenía ahí desde la mañana. Se trata de un bote de pastillas. Lo vierte en su boca. Amaia cierra los ojos, trata de recordar momentos felices del pasado sin saber cuánto tiempo debe estar así hasta irse. 

Yo seguiré aquí, hasta que alguien venga a encontrase conmigo, recoja este paragüas y me tire a la basura. Y entonces yo muera también de alguna manera. Siempre pensé en el valor de todo lo que he vivido. Como dijo André Malraux: "La muerte sólo tiene importancia en la medida que nos hace reflexionar sobre el valor de la vida."

Creo que pronto, muy pronto, Egoitz, Amaia y yo estaremos juntos en el más allá.