Si los objetos hablasen, nos enteraríamos de muchas cosas. Inertes e inanimados pero presentes. Nos miran y observan bajo un prisma más activo de lo que creemos. Nos rodean y nunca hablan; si lo hicieran...
domingo, 19 de febrero de 2023
Estamos a punto de quemarnos
sábado, 11 de febrero de 2023
Instantes de soledad eterna
"La soledad es muy hermosa... cuando se tiene alguien a quien decírselo". Lo dijo el maestro Gustavo Adolfo Bécquer. Pienso la frase, la reflexiono hondamente, le doy mi propio significado y la interpreto muy suavemente, no vaya a ser que la dañe por equivocarme yo...
Esta mujer tiene 87 años, un esposo fallecido hace 3, una hermana que la dejó hace 17, un hijo que vive en Chile y no la habla desde hace 23, vecinos varios de esos de "hola y adiós", una casa de 57 metros cuadrados, una vida de sufrimiento alegre con tormento muy edulcorado, un presente de soledad y un futuro incierto. Ah, y una cafetera que la acompaña fielmente (aunque ella no lo sabe) y que le da por relataros este tipo de cosas un día tal como hoy.
La vida de Adelaida es sencilla. Vive sola en el barrio de Zabalgana de la ciudad de Vitoria. Cada mañana a eso de las 5 o 6 de la mañana se despierta. Comienza a rezar por aquellos que se fueron y ocuparon su vida. Se fueron, pero ella los reza igualmente. Luego con las primeras noticias de la mañana enciende el transistor de radio que tiene bajo la almohada y se entretiene un poco. A eso de las 8 se levanta, orina y se viste. Comienza la jornada.
Se desplaza a la cocina y allí nos vemos. No tomá café ya, sí descafeinado. Alguna vez se pela una manzana o una pera, depende del día. Adelaida se sienta después en su sillón, ese que aún tiene la forma de Antonio, y el olor, y los recuerdos, no se han ido... A media mañana baja a comprar el pan, algo de leche y lo que necesite ese día, y vuelve a casa. De camino, suele haber algún mozo que la ayuda si ve que va demasiado cargada. Entra en casa y se prepara un arroz, una tortilla francesa de dos huevos, unas verduritas, lo que sea.
Luego se queda dormida en el sofá viendo las noticias, las de la 1, porque son "las de siempre" y ella es una mujer de costumbres tradicionales. Antes de pegar la cabezada añora tiempos pasados, piensa en Antonio, divaga por un camino de recuerdos plagado de rosas muy espinosas pero también de amapolas coloridas. Porque de todo hubo en su vida.
La tarde. A veces en la mesa del comedor juega a las cartas sola, una brisca o un chinchón como hacía antaño con su gran amor. En otras ocasiones, saca un parchís y juega una partida consigo misma. Y antes de cenar siempre pone ese concurso de la tele que tanto la entretiene. Digamos que las tardes de esta mujer se construyen a base de momentos lúdicos. No lee, no ve cine (si acaso alguna película de la tele los fines de semana).
A eso de las 9 de la noche se calienta un vaso de leche y moja unas 4 o 5 galletas en el mismo. Luego se va a la cama, no sin antes ponerse su camisón de flores o el de rayas, depende de lo que ordene la lavadora ese día. A Antonio le encantaba el de flores. A veces duerme rápido, otras veces no, solloza y deja caer alguna lágrima, y es que siempre fue una mujer sensible.
Esta es la vida de Adelaida. Así todos los días. Uno tras otro.
Nadie es consciente de una soledad que la marchita pero que ella sabe aceptar valientemente.
Ahora mismo acaba de sonar el teléfono. Son las 21.35 horas ¿Quién será a estas horas de la noche? La anciana se levanta nerviosa de la cama camino al teléfono fijo que tiene en el salón, un objeto que no hace acto de presencia desde hace por lo menos 3 años. Adelaida llega casi jadeando a la sala y descuelga el auricular. ¿Quién es? - dice.
- Mamá, soy yo, Rafa, tu hijo.
Continuará...
viernes, 10 de febrero de 2023
Nervios de color Pantone 448 C
El chico lleva 5 días en la oficina. Contratado como gestor de clientes VIP en una empresa de comercio electrónico. Ilusionado con su primer trabajo.
Su primer día no fue mal del todo. Nada más llegar le invitaron a entrar en una sala de reuniones y, al poco, llegó un técnico del departamento de Personas. Este le dió la bienvenida, proyectó un powerpoint corporativo infumable y después nos extendió a nosotros sobre la mesa delante suyo. Le explicó las condiciones que tenemos escritas: salario fijo y variable, pluses por convenio, pagas extras fraccionadas, horario, política de privacidad de datos... Por último, le indicó que, tan pronto nos tuviera a todos leídos, podía firmar y entregarnos de vuelta quedándose una copia para él. Y así es como medio cuerpo mío se rompió aquel día, aunque al decir verdad tampoco me "dolió" tanto porque llevaba impreso muy poco tiempo.
Nada más llegar a su flamante sitio de trabajo el joven me depositó junto a su ordenador. Y aquí sigo desde entonces. Creo que debería llevarme a casa, estas cosas no son para dejarlas así "a la viva". Lo que hace la juventud...lunes, 6 de febrero de 2023
Por aquello de la buena suerte
Dicen que soy símbolo de la buena suerte; y también de la sabiduría, la fertilidad, la longevidad y no sé qué hostias más... Una figura decorativa con forma de elefante. He de decir que les hablo más como elefante que como estatua, quiero decir, he visto películas, documentales y dibujos animados de estos animales y me siento bastante identificada con ellos. Perdón, identificado.
Esta casa es así:
- Rafael. El padre de familia. 55 años. Trabaja de payaso allá dónde puede o le dejan: en el metro, en pequeñas funciones de teatro o en colegios. Le gustan los documentales de animales (leones y tarántulas fundamentalmente).
- Clarisa. La madre de familia. 52 años. Limpiadora en unas oficinas públicas a tiempo parcial y ama de casa 24/7. Tiene dos TOC: limpieza constante y repetición mental de números. Amante de Modern Family.
- Joselito. El hijo mayor. 28 años. Tiene una tienda online de envíos a domicilio, principalmente desayunos y flores. Hace dos meses viajó solo a Berlin, se emborrachó nada más llegar, robó una moto y acabó 27 horas en un calabozo. Seguidor de documentales de asesinos en serie y del Antiguo Egipto.
- Leticia. La hija pequeña. 24 años. Recién licenciada en Bellas Artes. No trabaja pero quiere ser algún día tenista (nunca lo ha practicado pero le gusta verlo en la tele). Si lo del tenis le sale mal, quiere ser astronauta. Suele ver películas de Ciencia Ficción, como ella solita, vamos...
- Laika. La perrita. 5 años. Traida de una perrera cuando tenía solo 1 año. Su nombre se lo puso Leticia, ya saben, el Sputnik 2, los rusos y la carrera espacial. Es espectadora silente de esta panda de personajes curiosos.
La verdad es que aquí cada uno lleva más o menos su vida de manera independiente. Entran y salen por la puerta a su puto rollo. Eso sí, hablan bastante entre ellos, comunican. Y aunque hay discusiones a veces, se entienden bien. Es curioso ver una familia tan dispar, tan autónoma entre cada elemento de la misma, pero tan bien compenetrada de alguna manera.
¿Y yo? Llegué a esta casa hace 3 años. La verdad es que estaba hasta los putos cojones (no me voy a disculpar por hablar así) de estar en un mercadillo de domingo. Viví y sufrí en el mismo durante 12 años sin que nadie me comprara, a veces a punto, pero la compra no llegaba. Sísifo y la piedra, subir y agonía. Y finalmente, fue Rafael el que me miró, se paró, preguntó, negoció, sacó su cartera, pagó y me recogió en una bolsa de supermercado. Y desde entonces aquí vivo con ellos, en la calle Andrés Mellado número 88, Madrid.Laika es el vínculo de unión. Todos se dedican a ella, cada uno a su manera. Siempre hay alguien ready para sacarla a dar una vuelta. Cada uno con un motivo. Escuchen...
Rafael. Lo hace cuando viene de una función casi por la noche, un payaso a veces malhumorado y triste, pero contento de dar una vuelta con su niña. Es el pequeño caramelo de final del día cuando uno siente que traer 1.000€ cada mes a su familia es lo más lamentable que un padre de familia puede ofrecer a los suyos.
Clarisa. A veces a primera hora del día, cuando las calles aún no están puestas y el sol pelea con la luna. Piensa en que pudo haber sido maestra, pero el azar, el esfuerzo y las condiciones familiares se juntaron para complicárselo. Abraza al animal cada vez que vuelve a entrar en casa cuando vuelven.
Joselito. Solo los miércoles al mediodía, pero es un día y un momento sagrado. Él disfruta mucho y Laika sabe qué día de la semana es solo por ello. Él siempre quiso tener un perro desde pequeño y Laika hoy día es amor verdadero para él.
Leticia. A ratos sueltos, pero nunca se olvida. Como no trabaja ni estudia ni hace nada de nada más que ver pasar los días, se dedica a la perrita cuando le viene un poco en gana. Le cuenta que su vida no tiene dirección, que ningún chico la ha enamorado aún y que tiene miedo de que el tiempo pase y nunca llegue a ser tenista o astronauta. Y de quedarse sola. Y llora. Y Laika la mira con ojos de ánimo. Y Leticia la cree.
Ya les he dicho que soy una estatuilla con forma de elefante (situada en la entrada de la casa, por cierto). Quizás solo soy un objeto más en esta maraña de sentimientos, deseos y frustraciones. Cada uno con sus miedos, pero todos unidos como una familia fuerte.
Hoy es 06 de febrero de 2023 y todos están juntos cenando. Disfrutando. Hacía por lo menos medio año que esta familia no se reunía junta, pero hoy lo ha hecho. Rafael ha sacado ahora una botella de Moët Chandon comprada para la ocasión. Acabarán todos algo borrachos. Si es que ya llevan bastante vino encima...
Nadie comparte en este momento sus frustraciones pero todos conocen las del resto. No hay secretos donde la cotidianeidad familiar es la dueña de la casa y amiga de todos al mismo tiempo. Pero ahora nada de eso importa. Hablan de temas banales. Lo pasan bien.
Y yo, un elefante de latón de 7 centímetros lo miro desde la distancia. Feliz.
viernes, 27 de enero de 2023
Por aquellos momentos que atrás quedaron y que deberían volver
viernes, 6 de enero de 2023
Caprichos del destino
Lucio Valerio entró en la taberna notando de golpe en sus fosas nasales un olor pútrido y rancio contaminado por una mezcla de suciedad, bebida barata y un buen puñado de legionarios borrachos y malolientes. El local no tenía contaminación, el aire viciado casi le ahogaba, pero las ganas por tomar un buen caldo y evadirse un poco de la guerra contra los dacios le condujeron directo a la barra de mampostería con forma de "L".
- ¡Tabernero! ¡piperatum por aquí! ¡estoy sediento! - vociferó Lucio.
- Ya voy, ya voy, aunque se me está acabando legionario, has tenido suerte de llegar a tiempo.
- Me parece a mi que tú poca suerte vas a tener como a todo este rebaño de malnacidos les falte su caldo - respondió Lucio alejándose de la barra con su mezcla de vino, miel y especias y llegando a la mesa de sus más allegados.
- ¡Por los testículos de Marte! ¿A quién tenemos aquí? Si es Lucio Valerio, el "azote de los dacios".
Se había pronunciado Marco Claudio, un estúpido y envidioso romano que formaba parte del contubernio de Lucio en la campaña contra Decébalo en la Dacia.
En la mesa estaban los siete legionarios compañeros de tienda. Llevaban rato matando el rato jugando a los dados y tomando un vino de muy mala calidad, fermentado de mala gana, pero poco les importaba esto. Tras las palabras de Marco, se hizo un silencio sepulcral. Éste especialmente parecía muy ebrio y es que llevaba ya media tarde en la taberna sin parar de meter alcohol al cuerpo.
- Maldito bustirapus - contestó Lucio - Tu ironía me repudia, máxime cuando sabes que hoy he atravesado con mi gladius más dacios que tú, como siempre. La batalla de hoy ha sido dura, no sé cuánto tiempo más vamos a aguantar contra esos malditos bárbaros, pero juro que antes del fin de la guerra te mataré.
- Habla bajo insensato - espetó Marco mientras miraba al resto de los presentes y alcanzando un color rojo tirando a morado - ¿Acaso quieres que lo que vomita tu sucia lengua de cobarde llegue al centurión y nos castigue a todos?
- Sucia la tengo, sí, y bien sabes que puedo cortarte la tuya rápidamente sin que te des cuenta.
En ese momento ambos combatientes tuvieron que ser separados por Tito Voreno, amigo de la infancia de Lucio, antes de que llegaran a las manos.
- ¡Ya basta! - gritó.
La relación no era buena ni tenía visos de mejorar. Ambos legionarios eran rivales en el compañerismo del contubernio, y eso, en tiempos de guerra, podría llegar a ser muy peligroso.
Pasaron alguna hora más en la taberna y luego los ocho se marcharon juntos a un improvisado lupanar que estaba contiguo. En época de guerra, y tras una batalla, tan solo el alcohol y el sexo podían satisfacer a unos legionarios ávidos de lujuria y evasión de sangre.
- ¡La mejor prostituta se vendrá conmigo! - iba gritando Marco Claudio por el pavimento como si fuera su primera vez. - Le voy a enseñar lo que es un buen falo de la Subura, jajajaja.
Lucio Valerio y Tito Voreno permanecieron en la puerta, habían acordado no entrar esa noche en el prostíbulo, Lucio quería charlar con su amigo.
- Eh, vosotros, ¿no entráis o que? - dijo Cneo Cornelio sorprendido habiendo traspasado ya el umbral de entrada. Se tambaleaba de un lado a otro debido a los efectos del piperatum.
Cneo era un afable legionario. Experimentado en la batalla y siempre servicial cuando se le necesitaba. Salvó la vida a Tito en una emboscada dacia hacía ya 3 meses.
- No, pasadlo bien compañero, mañana será un día duro. - le contestó Tito -.
Ambos amigos comenzaron a conversar, no sin antes mirar primero a su alrededor para evitar ser escuchados por algún bocazas traicionero.
- Te juro que un día voy a matar a ese hijo de puta. Voy a clavarle una daga tan fuerte en las entrañas que va a arrepentirse de haber venido a este mundo -. se mostró colérico Lucio.
- Amigo, tienes que tener cuidado. Temo que ese malnacido alguna noche haga algo mientras duermes y se te adelante. - espetó Tito -. Además, sabes que esa acción que dices provocaría aquí tu pena de muerte. Tienes que aguantar, por favor, estamos ya muy cerca de Tapae y vamos a cortar la cabeza de Decébalo de una vez por todas. Sabes que el saqueo va a ser muy grande y llevaremos la gloria a Roma una vez más, como siempre hemos hecho, ¡juntos!
- Te entiendo, pero estoy cansado. Hoy ha sido una gran victoria, lo sé. Pero tengo la sensación de que Júpiter juega con nosotros. Trajano es un gran comandante, el mejor que podemos tener. No lo niego. Pero...
- Venga, calla, calla. - soltó Tito cortando el discurso de su amigo y compañero de armas -. Vamos a dormir y que estos cabrones vuelvan cuando les salga de los cojones. Yo no pienso esperarles aquí, no sé ni para qué les hemos acompañado. Es muy tarde ya.
Ambos caminaron torpemente ebrios hacia su tienda (a estas caligae que les habla les costaba encontrar el camino de vuelta). Los dos legionarios se tumbaron cada uno en su catre con el deseo de que el despertar fuera piadoso y la resaca gentil.
Como si la diosa Fortuna hubiera escuchado esa noche a Lucio, algo ocurrió momentos previos al amanecer en el lupanar donde acudieron el resto de sus seis compañeros. Marco Claudio fue asesinado por la ramera con la que yacía. Al parecer, éste se pasó de violento con ella y terminó recibiendo dos horas más tarde un puñal en el cuello mientras dormía.
Ella abandonó asustada el campamento. Seguramente acabaría poco después pasto de los lobos o, lo que es peor, violada y acuchillada por los dacios.
Lucio Valerio sería feliz esa misma mañana, la suerte y un destino inquieto le habían facilitado las cosas.