lunes, 29 de junio de 2015

Ni siendo una de las buenas...

—Si estas paredes pudiesen hablar... —murmuré.

Poirot movió la cabeza.

—No basta con una lengua. También deberían tener ojos y oídos. Pero no esté demasiado seguro de que estas cosas inertes —tocó ligeramente la estantería al hablar— permanezcan siempre mudas. A veces me hablan: las si­llas, las mesas, me envían su mensaje. 

Al menos alguien es capaz de conectar con nosotros de alguna manera. Porque no creáis que es fácil esto de estar "como si tal cosa" y tener algún vínculo con vosotros los humanos. No me importa demasiado que me insulte con esa horripilante palabra, "inerte", ya que parece que al menos capta los mensajes que le enviamos de alguna manera. Y ademas es un genio.

No sé si alguna vez han tenido la oportunidad de pensar que esa alfombra del suelo tiene vida, pero les aseguro que pensamos y sentimos igual que ustedes, a pesar de tener el cerebro y el corazón un poco pisoteado con tanto ir y venir.

No es que me moleste en exceso, al fin y al cabo debo aceptarlo y resignarme. Pero debo reconocer que sé que no quieren que se estropee el suelo, eso sí, nosotros no les importamos para nada. Y además hacemos una función decorativa, ¿verdad? Que tengo sentimientos, por favor. Váyanse al cuerno.

Estoy cansado de sus pisadas, hastiado de sus estúpidas conversaciones, desgastado por los laterales, extenuado de vivir, agotado, fatigado de no poder moverme ni de que no signifique nada para ustedes. Además, hoy, resfriado, porque se han dejado la ventana abierta y es un frío 12 de enero. Estoy harto, de vivir, pensar, sentir y permanecer. Y un vaso quizás puedes arrojarse tímidamente al vacío, si se lo propone y la situación es propicia. ¿Pero yo?

Pude haber sido un insecto, ya no pido haber nacido ser humano, pero al menos podría tener la capacidad de desplazarme, aunque la vida fuese más mísera que la que tengo probablemente. Pero no, me tuvo que tocar alfombra, y de las buenas, pero ni eso se valora.

Abraham Lincoln dijo una vez que "al final, lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años". Y es que en mi caso, lo mire por donde lo mire, no le veo el matiz positivo al asunto. Eso sí, el detective Poirot sabe que somos y no solo estamos, se agradece.

lunes, 15 de junio de 2015

Los ojos que todo lo ven

A veces hace frío y otras demasiado calor. A veces es de noche y a veces de día. En ocasiones esto está muy poblado, más por momentos se convierte en un auténtico desierto inanimado como el que más. Sufre y llora la calle cuando hay malas noticias, ríe y juega cuando los astros se alinean y la sonrisa reina en cada cara.

Vivo en la calle entre niños que viven para aprender y ancianos que no dejan de aprender a vivir, familias en los coches y lobos esteparios e
n sus motos, trabajadores en furgonetas y "millonetis" en cochazos. Trabajo 24 horas al día los 7 días de la semana durante los 365 días del año y éste es mi día a día.

Soy protagonista de nada y al mismo tiempo de todo. Estos seres humanos pasan por mi lado en cada momento durante el día, muchos me miran, otros no lo necesitan. Si supieran que tengo mi corazoncito quizás me mirasen de otra manera pero a dia de hoy sus miradas muestran inexpresividad y desazón, vistazos aburridos, observaciones pasivas y faltas de emoción.

Yo en cambio me he emocionado muchas veces: reencuentos con abrazos casi interminables, accidentes irreparables, discusiones de pareja, verdades sinceras entre amigos, peleas callejeras e incluso palizas a mendigos... No es fácil esto, pero aquí debo estar y aquí seguiré durante mucho tiempo. Es una cuestión de sobrevivir, en mi caso, como le ocurre a otros de mi estirpe, es además una cuestión de aceptar lo que ha tocado y llevarlo lo mejor posible.

Así pues, trato de vivir cada día con sus cosas buenas y las malas, consciente de que en el equilibrio puede estar la felicidad pero sabiendo que hay cosas inevitables que mis ojos deben mirar. Casi cada día lloro, como también casi cada día río, eso es más frecuente gracias no sé muy bien a qué. Lo que intentamos a veces maquillar y positivizar no siempre se presta a ello, por lo que por más que nos esforcemos, a veces es bueno simplemente verlo pasar sin intención alguna de modificar lo acontecido.

Y esto se lo dice alguien que siempre cambia de color, como los camaleones. Verde, naranja, rojo y vuelta a empezar, Ese es mi día a día.