miércoles, 27 de enero de 2016

Cómo limpiar un teclado de ordenador

Para todo el que piense que soy aseado le diré que está equivocado. ¿Ustedes creen que los teclados de ordenador somos limpios? Hábiles e inteligentes, si quieren, pero cuidadosos con la higiene no demasiado. Y ojo, que no es porque no queramos.

Y si no me creen, tan solo tienen que sentarse en su puesto de trabajo de oficina (el que en este entorno desarrolle su vida laboral) y poner el teclado en situación vertical dando algunos golpes contra la mesa. No teman ni sientan vergüenza, sus compañeros solo les mirarán durante unos segundos. Y por favor, no lo hagan muy fuerte, que a nosotros nos duele lo nuestro.

Verán entonces la cantidad de mierda que caerá sobre la mesa, algo inimaginable. Trozos de uña, migas de pan, pelos... etc. Vamos, la crème de la crème. Sepan ustedes que un comedor de uñas, o lo que viene siendo un onicófago, traga unos 4 gramos de uñas al mes; al cabo de 2 años se habría comido una magdalena de uñas.

Hay otras maneras más ordenadas de limpiar el teclado de un ordenador, pero no tan peculiares y simplonas como esta.

Sin nuestra existencia, no tendrían la posibilidad de hacer nada con el ordenador, aunque realmente hoy día con las tablets ya pueden escribir a su antojo, aunque eso sí, es bastante más incómodo. Nuestros compañeros de los teléfonos móviles, integrados en el propio terminal, han ido pasando poco a poco a la historia, casi hoy día son ya una leyenda. ¿Se acuerdan de las Blackberry? Pues ya casi ni de esas quedan.

Somos un gran invento, yo concretamente soy un teclado QWERTY, por aquello de la distribución de las letras. Miren que yo mismo considero que somos un galimatías del alfabeto. Tan llenos de letras, números, signos, que ni yo sé a veces para qué necesito tanta tecla. De alguna manera, soy la madre de todas y cada una de ellas. Debo quererlas y respetarlas por igual, y mimar sobre todo aquellas que más machacadas están, como las vocales.

Bueno, gracias por escucharme. Seguro que otro día tenemos la oportunidad de charlar de nuevo. Ha sido un auténtico placer. Y recuerden, si hacen el ejercicio de limpieza que les indiqué al principio, se lo agradeceremos, pero no nos golpeen en demasía por favor.

domingo, 24 de enero de 2016

¡Rodando voy!

Tras un fin de año seco y poco frío, parece que el invierno saca la mano y nos saluda poco a poco. Tenían que haber visto al tío que lleva este coche hace una semana buscando unas cadenas para el coche, loco entre tanta variedad de materiales y precios. Nunca le hicieron falta pero, tras un pequeño problema el año pasado, ha decidido ser precavido y adquirir unas cadenas en esta temporada.

Y aquí estamos, en mitad de una buena nevada a mitad de un viaje de unos 450 kilómetros. Confío más en el coche que en este jovenzuelo bisoño y novato. Por lo menos es cauto y vamos a una velocidad considerable, pero les aseguro que no lo estoy pasando muy bien. Espero que pronto acabe este frío y largo viaje porque de dar tantas vueltas me duele mucho la cabeza (no me pregunten cual).

Es asombroso lo terriblemente cautelosos que pueden llegar a ser los humanos. Este imberbe hizo una lista con los consejos para montar las cadenas en las ruedas del coche: ponernos cuando el asfalto está nevado, medir los neumáticos para comprar las cadenas más apropiadas o comparar las metálicas, de red, de tela o semiautomáticas.

Finalmente se decantó por las metálicas, las de toda la vida. Y es que no somos las mejores, no les voy a mentir, pero sí las más baratas. Solo aptas para verdaderos tipos duros. Y joder, el chaval no es que sea Jason Statham pero este Opel Corsa del 2000 está hecho un toro, más duro que el acero.

La verdad es que hice buenas migas con las ruedas, unas Michelin algo desgastadas ya, aunque aquí el control lo pongo yo, y debo decir que soy bastante meticuloso con mi trabajo, más ya saben que este es mi primer "empleo".

Una vez pase el invierno entiendo que estaré guardado en el sótano de la casa o en alguna esquina del garaje. Pero bueno, tampoco me voy a quejar. Les dejo, siento cortar así de repente, pero debo estar concentrado en la carretera.


domingo, 17 de enero de 2016

La potencia de un golpe y su espíritu ganador

El combate acaba de finalizar y el chico está exhausto, agotado, aunque debo decir que para ser su primera pelea le he visto muy bien en lo que a resistencia se refiere. No os desvelaré el resultado de la confrontación por ahora.

Han sido seis meses y medio de duro entrenamiento. El Sanda implica una entrega absoluta y conlleva el trabajo de varias capacidades: fuerza, potencia, agilidad y resistencia, entre otras. Para poneros en situación debo deciros que esta disciplina es una especie de kickboxing que añade proyecciones. Espero que los más duchos en la materia me permitan lanzar tal definición, vaga y poco precisa, pero debo acercar el concepto a todo esos que no tienen absolutamente ninguna noción.

El origen del Sanda se remonta a la China de la Dinastía Tang (618-907), recordada como una época con grandes batallas y conquistas. Fue entonces necesario un método de selección de los mejores guerreros, quienes peleaban sobre una plataforma elevada a tres metros de altura denominada Lei Tai. Ha corrido mucha tinta en lo que a esta modalidad se refiere, pero creo que no conviene aquí detenernos en ello.

Por cierto, no os he dicho, pero soy los guantes de boxeo con los que ha peleado este chaval. Si él está dolorido, imaginaos cómo me siento yo...

El combate comenzó bien, "enchufamos"un par de directos a la cara del oponente seguidos de una patada circular que le hizo tambalearse como un flan. Una subida de adrenalina fue lo que sentimos en ese momento, tanto mi dueño como yo. Parecía que todo iba a ser fácil pero, amigos, en esto del combate deportivo nunca hay que dar nada por hecho, ya que en cualquier momento un golpe puede hacer que des un besito al suelo y no consigas levantarte.

Como os digo, nuestro oponente se repuso rápidamente y consiguió ponernos en aprietos varias veces, pero con la habilidad del chaval y mi saña para golpear fuimos haciéndole retroceder hasta que le sacabamos del Lei Tai. Todo iba bien, más todo podría mejor. Los agarres nos desestabilizaron varias veces haciendo que nuestro enemigo anotara unos puntos de los que luego nos acordaríamos. Finalizó así el primer round, no había ido mal del todo.

El segundo fue horroroso. Encajamos una lluvia de golpes. Fueron dos ganchos los que recibió mi dueño nada más comenzar. La impotencia llenaba mi ser y supongo que el suyo. La buena línea de trabajo mantenida anteriormente se desvaneció. Podía sentir el sudor inundando todo mi ser. Por la frente de mi amigo corría otro tanto provocando además un salado picazón en sus ojos. Las cosas no iban bien.

Con un round para cada contrincante dio comienzo el tercer y definitivo round. El chico y yo compartíamos el cansancio pero había que golpear, esquivar, atrapar, patear; había que continuar adelante... Habían sido seis meses y medio de entrega y sufrimiento y había que regalar un triunfo a nuestro orgullo.

La verdad es que ambos recordaremos el momento final como uno de los más apasionantes de nuestra vida. ¿Recordáis la adrenalina que os comentaba al principio? Pues corrió por nuestro ser aquí, rauda, veloz, como un torrente que fluye violento y agitado sin mirar atrás.

Os contaré lo que ocurrió. Nuestro oponente esquivó un cross que lanzamos con toda nuestra rabia inclinándose hacía atrás, respondiendo acto seguido con un fuerte crochet. Hábilmente, mi dueño se agachó burlando el puño del enemigo, barrió la pierna delantera y propinó un arrollador y brutal crochet en la mandíbula del oponente; éste cayó al suelo y no se levantó ni a la de una, ni a la de dos, ni a la de tres, ni a la de cuatro, ni a la de cinco, ni a la de seis, ni a la de siete, ni a la de ocho, ni a la de nueve. Ni a la de 10. Combate finalizado por KO.

Supongo que podría haber pasado cualquier cosa pero los astros se alinearon para que el combate corriera a nuestro favor finalmente. Es la recompensa de varios meses de sincero trabajo. Pero la cosa no acaba aquí, en media hora tenemos otra pelea, deseadnos suerte.


sábado, 9 de enero de 2016

Que no se quejen, que no se quejen...

A mí que no me cuenten películas otros objetos de su aburrimiento, desolación, miedo o soledad. Venga, por favor, ¿cuántos de ellos mueren ardiendo como yo? Escucharles es indignante. cuanto menos. Como diría mi madre, que en paz descanse, se quejan de vicio. Nadie tiene una vida más miserable y muerte más abominable que yo, así que cierren la bocaza.

Tampoco voy a darle muchas vueltas y ya os digo que soy una cerilla. Sí, una puta cerilla. Podría haber sido mil cosas pero me tocó ser una cerilla. No solo mi existencia es repugnante y destestable, sino que mi función principal es encender cigarillos a los humanos, es que no tengo ni una función respetable y sana, siquiera.

Vale, enciendo cocinas de gas también, pero incluso hoy día se usan encendedores. Bendito desarrollo de la civilización humana que nos relega a algunos al atraso más vil y rastrero. Y no hablemos del mechero, estúpido y petulante invento.

Así que aquí me encuentro, metido en una caja con siete hermanas. Todas vamos saliendo poco a poco, destino único y fatal. Paso los días pensando en la vida que tengo. Diréis que menudo tono tengo, pero es que además de tener mal día, ¿se os ocurre alguno mejor? Aquí tendríais que estar vosotros...

También me llaman fósforo. Voy a contaros una pequeña historia. En el siglo XVII el alquimista alemán Henning Brandt, buscaba el sueño de la alquimia, la piedra filosofal, la posibilidad de transmutar metales menores en preciado oro.

En esta empresa recogió una gran cantidad de orina (50 cubos) y la dejó reposar durante un par de semanas para posteriormente calentarla, evaporando todo el agua, quedándose con el residuo sólido seco. Después mezcló el polvo de este sólido con arena, calentó en un horno el compuesto combinado y recogió el vapor generado en un recipiente. Cuando el vapor se enfrió Brandt halló un material sólido que ardía con una llama muy llamativa y brillaba en la oscuridad. Así se creó el fósforo. Y sepan, por cierto, que el semen por sí solo contiene fósforo, no voy a hacer bromas porque no estoy de humor.

Al menos, mi origen tiene cierta gracia, porque almacenar 50 cubos de orina para ponerse luego a mezclarla con arena tiene cojones.

No sé ni por qué les cuento estas cosas, pero realmente al menos me distrae porque la conversación en esta cajita es bastante superficial y banal, supongo que nadie tiene muchas ganas de hablar. Yo no demasiadas pero el que no se entretiene es porque no quiere.

Para terminar, me quedo con una frase del humorista español José Luis Coll: "Tremendo contraste entre el crepitar del fuego en su comienzo y la paz de la ceniza". Qué rara paradoja...

Amigos, ha sido un placer, la próxima vez que uséis una cerilla agradeced vuestra existencia, hacedme solo ese favor.

jueves, 7 de enero de 2016

El objeto que más viaja (por suerte)

Tengo una vida amena y placentera, cuanto menos entretenida. Solo me quejo de los días de sol, podrían no existir.

Soy quizás el compañero más fiel de mi amo, un esbelto y bien resuelto muchacho de 25 años. El chico amante del campo, novio de lejanos viajes exóticos y esposo de tranquilos paseos por la ciudad. Es por esto por lo que digo que no me puedo quejar, al contrario, doy gracias por vivir junto a este chaval.

Todo lo que él ve es gracias a mí, me siento muy útil y práctico. Soy unas gafas de toda la vida, algo que los más ancianos denominan anteojos. Es curioso lo nervioso que se pone cuando, despreocupado y despistado, me deposita en cualquier sitio de la casa y luego clama al cielo para encontrarme. No es que me apasione sentirme tan necesario (si bien a veces me siento necesitado), pero debo decir que me resulta peculiar.

Dicen que nuestro origen se remonta a unos monjes italianos del siglo XIII, aunque realmente eramos lupas (fabricadas a partir del berilio) más que otra cosa. Luego las fábricas de vidrio de Murano, en Venecia, comenzaron a crear un modelo mejorado, y ya 200 años después se comenzaron a producir las gafas con montura parecidas a las que conocemos hoy día.

De todos modos, debo decir que el registro escrito más antiguo del aumento de vista tiene su origen en el siglo I d. C., cuando Séneca, tutor del emperador Nerón de Roma, escribió: "Letras, sin embargo pequeñas y borrosas, son vistas más amplia y claramente a través de un globo o vaso lleno de agua". El propio Nerón aseguró haber visto los juegos de gladiadores usando una esmeralda como lente correctora.

Y es que esto de las invenciones es complicado de definir, todo lo que parece ser el comienzo y el origen siempre tiene un antes, por mucho que nos empeñemos en poner un nombre al inventor.

Dejemos la historia para otro día. Cuando les decía que estoy agradecido de pasar el día a día con este chico es porque he visto mucho mundo: desde los coloridos campos de tulipanes de las villas cercanas al sudeste de Ámsterdam hasta el Bosque de Bambú de Kyoto, pasando por las pirámides de Egipto o la Alhambra de Granada.

Sin embargo, y a pesar de la majestuosidad de dichos lugares, disfruto mucho en el pueblo de este joven, con sus simples y verdes campos; y también con los paseos por el centro de la ciudad. Todo tiene su encanto, a veces no hace falta irse muy lejos para "vivir" y ver mundo.

He estado reflexionando mucho acerca del futuro. Nuestra relación es muy cercana, él no lo sabe, pero yo le tengo aprecio. Solo espero, confío y deseo que no me cambie por otro modelo nuevo.

Siento que somos un mismo ser de alguna manera. Tengan en cuenta que todo lo que él ve lo veo yo, por lo tanto, las experiencias que guardamos son las mismas, aunque las sintamos de diferente manera, claro.

No quiero que nos separemos, quiero seguir viajando, viviendo, sintiendo junto a él. Me da vergüenza decírselo y al decir verdad tampoco me es posible. Que sea un secreto entre ustedes y yo y que el tiempo decida como buen sabio que es, ¿de acuerdo?


lunes, 4 de enero de 2016

Ese regalo a los pies de un árbol de Navidad

Debo decir que en esta situación uno se siente protagonista y corre el riesgo de rozar la petulancia y arrogancia más estúpida; pero es que no puede ser de otra manera. Más tarde les explicaré por qué digo esto.

Estos tres tíos venidos de Oriente acaban de dejarnos aquí, a los pies del árbol de Navidad que comanda este salón familiar. Apenas han transcurrido 30 minutos y mis compañeros y yo estamos ya bastante nerviosos. Quedan 3 horas para el amanecer.

Uno de ellos, el de la barba marrón, se encontraba bastante quejoso y amargado; no dejaba de decir que estaba ya cansado de este trabajo y que ya no tenía ninguna ilusión. Los otros dos intentaban convencerle diciendo que tenían más vacaciones que nadie y que, a pesar de estar sujetos a un convenio laboral mediocre, el trabajo era especial y reconfortante. Blaised Pascal dijo una vez que "el hombre tiene ilusiones como el pájaro alas, eso es lo que le sostiene". Supongo que así deben pensar y sentir estos dos varones.

No quiero hablar mucho de estas personas, bastante les he tenido que aguantar todo este largo viaje; no dejaban de discutir, así que les deseo mucha suerte pero no volvería a viajar con ellos en la vida.

Lo dicho, aquí me siento una estrella. Como les decía, no todos los días se es el centro de atención. Los demás objetos de la sala nos miran con desconfianza y envidia, yo solo espero que seamos bienvenidos y tengamos una buena acogida. Y si no, al decir verdad tampoco me preocupa mucho, no son ellos quienes deben decidir nuestra existencia en esta casa, sino los humanos.

Al menos el árbol que nos arropa, una esbelta y altiva conífera, ha sido cordial y parece encontrarse en sintonía y armonía con nosotros, los recién llegados. Supongo que alguien debe poner un poco de orden aquí. Aunque me temo que poca relación tendremos con este árbol pasado este día...

Estoy impaciente, soy un juguete para un niño pequeño y espero gustar. ¿Saben ustedes que esto no es fácil? ¿Cómo saber si vas a ser del agrado del que lo recibe? A veces los juguetes más impresionantes quedan relegados a una esquina del salón, mientras que aquel que parece más insignificante, rudimentario, rústico y arcaico es quien se lleva todo el éxito. Esto es algo que no se puede controlar. La magia de los niños es imprevisible.

Bueno, intentaré dormir un poco antes de la gran cita. Deseénme suerte. Debo dejarles ya, gracias por su tiempo y hasta otra. Y por cierto, recuerden poner al menos cara de sorpresa y agrado cuando les entreguen un regalo, a nosotros pueden engañarnos.