lunes, 31 de octubre de 2016

Una conexión especial

Decoro, adorno, embellezco. Todo póster de una habitación de un adolescente tiene la clara función de hacer más bonita la pared, de ocupar un hueco insulso y desabrido, de pintar lo incoloro. Sin embargo, créanme que hay mucho más que eso. A veces, es bueno ir más allá y no quedarnos únicamente en la primera lectura de las cosas. Más tarde entenderán lo que quiero decir...

Habito esta pared desde hace aproximadamente unos 11 meses, en poco tiempo será mi aniversario aunque no tengo pensado hacer celebración alguna. El inquilino se llama Javier, tiene 9 años y es un fanático de Leo Messi, el delantero del Barcelona y para muchos el mejor jugador de fútbol de la historia. Ya os podéis imaginar el póster que soy, ¿verdad?

Junto a mí hay otro compañero de un grupo musical de esos modernos para adolescentes, no sabría decirles el nombre porque sinceramente no me interesa lo más mínimo. Lo grato cada día es ver a este joven ilusionado con su pelota hablando de su equipo y jugador favorito. Y esa es mi verdadera función, mantener la ilusión de este jovenzuelo. Más allá de decorar la sala, mi propósito real es alimentar la ilusión del crío. Tenemos una conexión especial.

Sus ojos brillan cada vez que habla del jugador. A veces oigo las discusiones que tiene con su hermano madridista y cómo le explica que Cristiano Ronaldo no es comparable al gran Leo Messi. Para él es un ejemplo a seguir porque sueña con llegar algún día a ser tan grande como él. ¿Y quién tiene derecho a arrebatarle ese pensamiento al chaval? Una de las cosas bonitas de crecer y madurar es cómo transformar esas quimeras infantiles en realidades tangibles, cómo uno mismo debe entender que la vida es algo más complicado a como se ve cuando no llegas ni siquiera a los diez años.

Los días pasan y los partidos y los goles de astro argentino alegran la existencia del pequeño de la casa. Para mí, sin saber cuándo llegará la hora de acabar polvoriento en algún armario de la casa, la vida me resulta algo grande e ilusionante. ¿Quién sabe si este chico llegará a ser algún día como su ídolo? A veces, yo también soy un niño.