lunes, 6 de febrero de 2023

Por aquello de la buena suerte

Dicen que soy símbolo de la buena suerte; y también de la sabiduría, la fertilidad, la longevidad y no sé qué hostias más... Una figura decorativa con forma de elefante. He de decir que les hablo más como elefante que como estatua, quiero decir, he visto películas, documentales y dibujos animados de estos animales y me siento bastante identificada con ellos. Perdón, identificado.

Esta casa es así:

- Rafael. El padre de familia. 55 años. Trabaja de payaso allá dónde puede o le dejan: en el metro, en pequeñas funciones de teatro o en colegios. Le gustan los documentales de animales (leones y tarántulas fundamentalmente).

- Clarisa. La madre de familia. 52 años. Limpiadora en unas oficinas públicas a tiempo parcial y ama de casa 24/7. Tiene dos TOC: limpieza constante y repetición mental de números. Amante de Modern Family.

- Joselito. El hijo mayor. 28 años. Tiene una tienda online de envíos a domicilio, principalmente desayunos y flores. Hace dos meses viajó solo a Berlin, se emborrachó nada más llegar, robó una moto y acabó 27 horas en un calabozo. Seguidor de documentales de asesinos en serie y del Antiguo Egipto.

- Leticia. La hija pequeña. 24 años. Recién licenciada en Bellas Artes. No trabaja pero quiere ser algún día tenista (nunca lo ha practicado pero le gusta verlo en la tele). Si lo del tenis le sale mal, quiere ser astronauta. Suele ver películas de Ciencia Ficción, como ella solita, vamos...

- Laika. La perrita. 5 años. Traida de una perrera cuando tenía solo 1 año. Su nombre se lo puso Leticia, ya saben, el Sputnik 2, los rusos y la carrera espacial. Es espectadora silente de esta panda de personajes curiosos.

La verdad es que aquí cada uno lleva más o menos su vida de manera independiente. Entran y salen por la puerta a su puto rollo. Eso sí, hablan bastante entre ellos, comunican. Y aunque hay discusiones a veces, se entienden bien. Es curioso ver una familia tan dispar, tan autónoma entre cada elemento de la misma, pero tan bien compenetrada de alguna manera.

¿Y yo? Llegué a esta casa hace 3 años. La verdad es que estaba hasta los putos cojones (no me voy a disculpar por hablar así) de estar en un mercadillo de domingo. Viví y sufrí en el mismo durante 12 años sin que nadie me comprara, a veces a punto, pero la compra no llegaba. Sísifo y la piedra, subir y agonía. Y finalmente, fue Rafael el que me miró, se paró, preguntó, negoció, sacó su cartera, pagó y me recogió en una bolsa de supermercado. Y desde entonces aquí vivo con ellos, en la calle Andrés Mellado número 88, Madrid.

Laika es el vínculo de unión. Todos se dedican a ella, cada uno a su manera. Siempre hay alguien ready para sacarla a dar una vuelta. Cada uno con un motivo. Escuchen...

Rafael. Lo hace cuando viene de una función casi por la noche, un payaso a veces malhumorado y triste, pero contento de dar una vuelta con su niña. Es el pequeño caramelo de final del día cuando uno siente que traer 1.000€ cada mes a su familia es lo más lamentable que un padre de familia puede ofrecer a los suyos.

Clarisa. A veces a primera hora del día, cuando las calles aún no están puestas y el sol pelea con la luna. Piensa en que pudo haber sido maestra, pero el azar, el esfuerzo y las condiciones familiares se juntaron para complicárselo. Abraza al animal cada vez que vuelve a entrar en casa cuando vuelven.

Joselito. Solo los miércoles al mediodía, pero es un día y un momento sagrado. Él disfruta mucho y Laika sabe qué día de la semana es solo por ello. Él siempre quiso tener un perro desde pequeño y Laika hoy día es amor verdadero para él.

Leticia. A ratos sueltos, pero nunca se olvida. Como no trabaja ni estudia ni hace nada de nada más que ver pasar los días, se dedica a la perrita cuando le viene un poco en gana. Le cuenta que su vida no tiene dirección, que ningún chico la ha enamorado aún y que tiene miedo de que el tiempo pase y nunca llegue a ser tenista o astronauta. Y de quedarse sola. Y llora. Y Laika la mira con ojos de ánimo. Y Leticia la cree.

Ya les he dicho que soy una estatuilla con forma de elefante (situada en la entrada de la casa, por cierto). Quizás solo soy un objeto más en esta maraña de sentimientos, deseos y frustraciones. Cada uno con sus miedos, pero todos unidos como una familia fuerte.

Hoy es 06 de febrero de 2023 y todos están juntos cenando. Disfrutando. Hacía por lo menos medio año que esta familia no se reunía junta, pero hoy lo ha hecho. Rafael ha sacado ahora una botella de Moët Chandon comprada para la ocasión. Acabarán todos algo borrachos. Si es que ya llevan bastante vino encima...

Nadie comparte en este momento sus frustraciones pero todos conocen las del resto. No hay secretos donde la cotidianeidad familiar es la dueña de la casa y amiga de todos al mismo tiempo. Pero ahora nada de eso importa. Hablan de temas banales. Lo pasan bien.

Y yo, un elefante de latón de 7 centímetros lo miro desde la distancia. Feliz.

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