viernes, 10 de febrero de 2023

Nervios de color Pantone 448 C

El chico lleva 5 días en la oficina. Contratado como gestor de clientes VIP en una empresa de comercio electrónico. Ilusionado con su primer trabajo.

Su primer día no fue mal del todo. Nada más llegar le invitaron a entrar en una sala de reuniones y, al poco, llegó un técnico del departamento de Personas. Este le dió la bienvenida, proyectó un powerpoint corporativo infumable y después nos extendió a nosotros sobre la mesa delante suyo. Le explicó las condiciones que tenemos escritas: salario fijo y variable, pluses por convenio, pagas extras fraccionadas, horario, política de privacidad de datos... Por último, le indicó que, tan pronto nos tuviera a todos leídos, podía firmar y entregarnos de vuelta quedándose una copia para él. Y así es como medio cuerpo mío se rompió aquel día, aunque al decir verdad tampoco me "dolió" tanto porque llevaba impreso muy poco tiempo.

Nada más llegar a su flamante sitio de trabajo el joven me depositó junto a su ordenador. Y aquí sigo desde entonces. Creo que debería llevarme a casa, estas cosas no son para dejarlas así "a la viva". Lo que hace la juventud...

Por cierto, por aquí cerca hay una papelera que suele tener un humor de perros, aunque a veces tiene sus días positivos. Es el objeto que mejor me cae, el resto tiene bastante poca chispa y me adormece, me parecen un coñazo, pero la papelera es una tía guay.

Bueno, a lo que vamos, les contaré lo que ocurrió hoy de buena mañana. Ricardo llegó y se sentó en su silla como cada mañana. Estuvo planificando una nueva campaña que tenía entre manos: el listado de público objetivo, los términos y condiciones de la promoción, el contenido del email a enviar, la plantilla del informe post campaña (para que no se diga que lo deja para el final)...

Entre medias de tanta tarea recibió un email de un compañero gestor de clientes VIP, el que lleva los segmentos Silver y Gold. Éste decía en su correo electrónico que no lograba encontrar el fichero de clientes del mes que su responsbale les había enviado hacía días y que si por favor Ricardo podía enviárselo. El chico nuevo se puso a ello. Adjuntó el archivo al email que ya tenía escrito de vuelta y sin querer borró la dirección del "para". Luego escribió a mano el principio del nombre del compañero en el mismo sitio, seleccionó el email cuando apareció y le dio a enviar. 

Este chaval estaba bastante adormilado, le ví cómo se levantaba a por un café y volvía en unos minutos con el mismo en las manos. Cuando se sentó miró la pantalla y vio un email en su bandeja de entrada. Mismo "asunto" que la comunicación anterior. Sin embargo, el texto decía: "Me acabas de enviar un listado de 500 clientes con sus datos personales. Gracias.". Nada más. Ricardo miró el "para" del email anterior y se quedó sin respiración. Ahí no ponía la dirección de su compañero de trabajo: david.sanchez@rapidprize.com... No puede ser... Leyó lo siguiente: david.san81@hotmail.com. Este email era el de unos de sus clientes VIP.

Acababa de enviar los datos personales y de facturación de toda su cartera de clientes VIP del mes en un archivo excel a uno de esos clientes. Un error digital (poco digital si seguimos trabajando de esta manera con el correo electrónico, pero bueno). Pero un error a fin de cuentas.

Ricardo se levantó del sitio y salió a la calle. Empezó a fumar, un cigarro, dos cigarros... ¿Qué narices iba a hacer ahora? ¿Llamar al cliente para tantear su rollo y pedirle que borrara el email? ¿Le pediría éste dinero por hacerlo? ¿Debía Ricardo hablar con su jefe primero, reconocer el error y buscar entre los dos la manera de solucionarlo? Joder, joder, joder.

El chico subió a la oficina, cogió su chaqueta y demás pertenencias personales y salió con la misma rapidez con la que había entrado.

La noche fue un tormento. Primero trató de ver un capítulo de "Sucession" y la verdad es que puso bastante poca atención. Decidió dejar el móvil en la mesilla, apagó la luz y se tapó hasta el cuello. Estaba cansado. En un principio no tardó mucho en saludar a Morfeo. Pero sí se despertó a eso de las 4,32 de la mañana. Y empezó a dar vueltas en la cama durate bastante tiempo. Y se levantó a orinar. Y volvió a la cama. Y trató de contar ovejitas (no es tanta tontería esto si uno es constante en ello). A eso de las 7.30, con el cerebro agotado y falto de energía, se durmió. Y a las 8.15 sonó el despertador.

Se presentó en la oficina nervioso, además el día anterior se había ido antes de la hora de salida; sentía la vital necesidad de contar lo ocurrido a su jefe. La recepcionista lo saludó como cada día pero a él le pareció rara la manera de hacerlo. Obviamente esto solo estaba en su cabeza, supongo que esto es lo que se viene llamando paranoia...

Ricardo entró en la oficina y fue directo al despacho de su jefe. Lo que allí aconteció en los 37 minutos siguientes no había podido sorprenderle más. Déjenme que se lo cuente un poco más adelante.

Continuará...


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