martes, 21 de julio de 2015

Cuando nada vale nada ya

Tener los días y las horas contadas tan a corto plazo no se lo recomiendo a nadie. Miren que posiblemente tengo el peor empleo del mundo, y con una esperanza de vida de máximo dos días, vean ustedes de tenerme poca o ninguna envidia. Cuando además uno es el ser inanimado menos respetado y valorado de la casa, la situación emocional de tristeza torna en depresión, porque ya de vivir poco al menos podrían tenerme en estima, pero ni con esas. Yo no pedí haber nacido rollo de papel higiénico, pero me tocó.

Miro a mi alrededor y, a pesar de que hay otros compañeros en una situación parecida, casi todos tienen una vida más o menos duradera. Los bastoncillos para los orejas esos de ahí arriba viven poco también pero al menos no tienen una función tan sumamente sucia, hedionda y maloliente como la mía. Repugnancia y fetidez son mi día a día. No procede aquí entrar en detalles pero qué les voy a explicar sobre mi trabajo que no sepan ya.

Digo yo que ya de tener una vida y un empleo de mierda, podría gozar al menos de una existencia tranquila y pacífica, pero es que ni eso. No me dejan descansar. Soy molestado varias veces al día, ya que en el colmo de la mala suerte en la historia de los rollos de papel higiénico, vivo en un baño de una casa que es habitada por una familia de seis personas: el matrimonio, tres niños y la abuela. Así que pueden ustedes imaginarse el ir y venir diario. Casi los conozco a todos ya, tan solo no ha venido a visitarme aún la anciana, bendito aguante tiene la tipa.

En ocasiones, raras donde las haya, hemos servido como tarea de manualidad para los más pequeños de la casa, que han podido crear un castillo, pájaro o cebra con nosotros. No ha sido esa mi suerte en este domicilio. La verdad es que esto que les comento no es nada habitual y solo unos pocos afortunados han podido llevar la cabeza bien alta una vez parecía que su vida a finalizar. Acabado el papel, al menos han podido ser aprovechados para el disfrute de los niños.

Una de las historias más interesantes con creces pero también más arriesgadas la situamos en la Operación Tormenta del Desierto de la Guerra del Golfo. Sepan ustedes que el verde de los tanques del ejército de EE.UU. hacía un contraste muy evidente con la arena del desierto. Al no haber tiempo necesario para pintar los vehículos se optó por envolver estas máquinas con papel higiénico como técnica de camuflaje en el último momento, 

No me dirán ustedes que no somos el artículo más feo de la cesta de la compra. ¿Lo somos o no? Sin ninguna duda. No me dirán algo más soez y vulgar de todo el establecimiento. Y ahí nos juntan con las fresas, el chocolate y las verduras. Somos el patito feo más feo del lugar.

Cuando comencé a relatar estas líneas no quise decirles que apenas me queda un servicio más, supongo que lo escondí por aquello de cogerles cariño. Quizás ustedes me lo han cogido aunque sea un poco, cosa que sería la experiencia más satisfactoria de mi endeble y miserable vida. Pero ya debo serles sincero e indicadles que acaban de abrir la puerta, es la abuela de la familia, por fin se ha dignado a entrar. Mucho me temo que apenas me quedan unos minutos de vida y solo quiero agradecerles su tiempo y atención. Ha sido un placer.


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