martes, 28 de julio de 2015

Días de sol y felicidad

Digamos que veo la luz solo durante tres meses al año, eso sí, debo de tener una esperanza de vida en torno a los 50 años, cosa que no todos los objetos pueden decir. Aunque casi la mayor parte de nuestra vida la pasamos encerradas en un sótano, puedo decir altiva y orgullosa que las sombrillas de playa tenemos una de las mejores vidas que se puede tener. Ansiamos la llegada del verano, lo recibimos boyantes y radiantes como el que más y con la ilusión de un niño de cinco años el primer día de su entrenamiento de fútbol.

Tenemos la fama de ser impenetrables. La guerra contra el sol es nuestra razón de ser y estamos muy bien valoradas al respecto. Sin embargo, según un estudio de la Universidad de Valencia, a través de nosotras se filtra un 34% de los rayos ultravioletas del sol. Nadie es perfecto, ¿no?

Formamos una gran familia en la playa. Dudo que otros objetos puedan decir lo mismo. Nosotras tenemos muy buena relación y no hay envidias de ningún tipo. De hecho, durante el invierno nos echamos mucho de menos. Gaspar de Jovellanos dijo en una ocasión: "La ausencia es un ingrediente que le devuelve al amor el gusto que la costumbre le hizo perder", de tal manera que la llegada del verano nos llena a todas de alegría y júbilo por el reencuentro.

Resulta curioso cuanto menos, y esto lo hemos comentado en varias ocasiones, la cercanía y lejanía que guardamos al mismo tiempo respecto a los paraguas. Anatómicamente somos casi lo mismo, sin embargo, nuestros rayos son sus gotas, nuestro calor su frío y nuestra ganas de vivir el día su deseo de terminarlo. Los chinos nos inventaron a ambos hace ya 4000 años y desde entonces vivimos una estrecha relación de amor y odio, más bien lo segundo. Supongo que el tiempo se refleja en el carácter, porque mientras nosotras vivimos en la más absoluta felicidad y bonanza, su existencia es más bien afligida, atribulada y pesarosa

Este verano está resultando especialmente caluroso. Hablan de una tercera oleada de calor pero yo aún no me he enterado de cuando ha pasado la primera. Más o menos lo llevamos bien, aunque se está haciendo algo duro en algunos momentos del día. Debemos estár ahí para proteger a estos humanos, ¿qué harían sin nosotras? Sabemos que son agradecidos para con nosotras y eso es algo que nos estimula y nos llena de orgullo. No siempre los humanos valoran el trabajo de un objeto, supongo que es normal, no saben que sentimos, vivimos y tenemos la capacidad de reflexionar exactamente igual que ellos. Tampoco les culpamos, y menos en nuestro caso, ya que, como digo, nos respetan y tienen en estima.

Hay un asunto que no me tiene del todo contenta y es el diseño. Diría que un 75% somos feas y sin personalidad. Quiero pensar que no es lo importante pero la verdad es que cuesta ver alguna que sea realmente hermosa y con gracia, o al menos resultona. Supongo que es el precio a pagar, ya les decía antes que no todo puede ser perfecto. No me quejo, al fin y al cabo ser bonita en los tiempos que corren es casi más un triunfo que un detalle de la naturaleza.

Y aquí estoy, acabando el día, los rayos de sol son cada vez más débiles y horizontales y poco tenemos que hacer aquí ya. Creo que ya es hora de recoger e ir a casa, mañana será otro día.

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