lunes, 22 de marzo de 2021

Escuchen, escuchen, escuchen

¿A quién no le gusta que le escuchen? Posiblemente no haya nada más bonito en las relaciones humanas. Cuando uno se siente escuchado entra en una burbuja de seguridad y tranquilidad que eleva su autoestima a niveles desorbitados. Porque algo que para ti es importante viaja a través de tu voz, llega a los oídos de otra persona y se acomoda en su mente listo para ser procesado; ya no solo permanece en ti.

Si por algo es tan preciado sentirse escuchado es solo por una razón: resulta complicado. Se trata de un auténtico acto de generosidad, significa dedicar tiempo a tu interlocutor cediéndole toda tu atención. Y en los tiempos que corren, amigos, esta es una tarea difícil.

En demasiadas ocasiones nos movemos en un bajo nivel de escucha, llegamos a ignorar directamente o simulamos que prestamos atención; o como mucho, seleccionamos aquello que nos es más importante. Llegar a centrarse totalmente en el hablante de manera exclusiva con todos los sentidos no es habitual. Y no os digo ya si se tiene un teléfono cerca, ¡entonces apaga y vámonos!

Yo tan solo soy unos auriculares normales y corrientes, pero sé de lo que hablo en esto de escuchar, me creen, ¿verdad? El mejor consejo que les puede dar alguien como yo es que escuchen cuando les hablan porque de esa manera harán muy feliz a su interlocutor. Se sentirá querido, atendido, mimado. 

Escuchar es gratis. Eso sí, requiere un esfuerzo y no ser egoísta. Les explico por qué digo esto. Normalmente ustedes los humanos están pensando qué es lo siguiente que quieren decir cuando alguien les está hablando. Por eso no escuchan muchas veces, porque otorgan más valor a lo que desean decir que a lo que deben oír. 

Durante una conversación, tan pronto terminan de hablar su cerebro comienza a preparar el siguiente discurso. Mente inquieta (nunca mejor dicho). La secuencia no es la que al hablante le gustaría seguramente. La realidad es que mientras preparan sus próximas palabras están desconectando parcialmente del discurso del prójimo, por lo que la información que van a recibir no va a ser completa.

Otro tema es el de la interrupción. Porque claro, de esto aún no hemos dicho nada. En muchas ocasiones se interrumpe por un motivo similar al anteriormente descrito, y es que uno está deseando manifestarse aunque sacrifique vilmente las palabras de la persona con la que habla. Se piensa en muchas ocasiones además que ya se sabe lo que el otro quiere decir, por eso se le "corta" sin ningún tipo de reparo cuando habla.

Actualmente, el ritmo de vida que llevan ustedes los humanos es bastante caótico y frenético. Todo eso del estrés (laboral y personal), la falta de tiempo, las preocupaciones, la mala alimentación, la inmediatez... Sepan que mucha culpa de este desorden la tienen las nuevas tecnologías, entre las que no me incluyo, ya que nosotros los auriculares nacimos ya a primeros del siglo XX. 

No voy a darles más lecciones por hoy, pero para terminar escuchen prestando el 100% de la atención a esta frase del Dalai Lama: "Cuando hablas solo repites lo que ya sabes, pero cuando escuchas quizás aprendas algo nuevo". 

1 comentario:

Rubén dijo...

Más profundo de lo que parece. Es una pena que después de este escrito solo haya venido uno más. La parte buena es que así mantiene el lugar privilegiado que merece.

¿Lo de no poner en negrita frases que contienen la esencia del texto lo haces para comprobar si se lee igual que como la mayoría escucha, es decir, solo con la atención aparentemente suficiente?
De éste: "[...]los humanos están pensando qué es lo siguiente que quieren decir cuando alguien les está hablando. Por eso no escuchan muchas veces, porque otorgan más valor a lo que desean decir que a lo que deben oír".
De otro de tus escritos: "A veces, sentirse responsable de algo sobre lo que no has podido incidir del todo es algo inevitable."

Que conste que estoy en un descanso :P